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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21La racionalidad de esta decisión tiene que ver con la lucha contra el crimen. En América Latina y en los Estados Unidos hay una cada vez más fuerte corriente de opinión que considera que los 30 años de "guerra contra las drogas" han fracasado; que los miles de millones de dólares gastados no han impedido el flujo de drogas hacia los consumidores y que, en cambio, las mafias criminales que las proveen ilegalmente vienen causando muerte y corrupción en toda la región.

Hay una fuerte tendencia intelectual, más bien liberal (The Economist y Vargas Llosa, por ejemplo) señalando que la estrategia debe orientarse no a la prohibición, sino a la regulación. Que se debe hacer lo que se hace con las drogas ya legales, el alcohol y el tabaco. Que con la inmensidad del dinero que se desperdicia en una prohibición que no ha conseguido sus objetivos se pueden tener políticas de prevención y atención muy eficaces.

Estas ideas han tenido impacto en la política mucho más rápido de lo esperado. En los estados de Colorado y de Washington se han ganado referendos legalizando el consumo recreacional de la marihuana.

A su vez, varios presidentes de América Latina han planteado la necesidad de revisar la estrategia contra las drogas, tema que viene siendo estudiado con seriedad en la Organización de Estados Americanos (OEA).

No es pues que los uruguayos se han vuelto locos y que quieran que toda su población ande stone. Se trata de una combinación del derecho de los adultos a decidir sobre su vida privada y del ensayo de una nueva forma de regulación que debiera contribuir paulatinamente a la reducción de las actividades criminales en torno a las drogas.

El presidente del Uruguay ha sido claro en que el experimento puede fracasar. Puede que sí, puede que no. Sea como fuere, es una iniciativa inteligente y valiente.