Etiquetas negras. (Foto: GEC.)
Etiquetas negras. (Foto: GEC.)

Ayer entró en vigor el manual de advertencias publicitarias para el rotulado de grupos específicos de alimentos procesados. Esto es, los famosos “octógonos” en los empaques de golosinas y afines.

Fue un tema largamente debatido, que enfrentó a nutricionistas y a industriales. Los primeros sostienen que los beneficios serán para los así llamados consumidores finales: nada como la información para tomar decisiones conscientes, cualquiera que sea el ámbito, más aún en el caso concreto de la alimentación. Los segundos, en cambio, desde la Sociedad Nacional de Industrias, propusieron aplicar las Guías Diarias de Alimentación, tal como ocurre en los 27 países de la Unión Europea, guías aprobadas por la OMS y el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos.

De ayer en adelante, para las respectivas advertencias, cuatro prominentes sellos alertarán sobre los contenidos de sodio, azúcar, grasas saturadas y grasas trans en determinados productos de consumo masivo. Se trata de sustancias cuya ingesta, en exceso, genera altos riesgos para la salud.

Pasadas las controversias en el Congreso, donde tuvieron lugar desde maniobras tergiversadoras hasta triquiñuelas burocráticas, y sin que se escuchara realmente la posición de la industria, los octógonos se impusieron tal como ocurrió en el vecino país de Chile. La ley que los faculta contempla también el monitoreo de colegios públicos y privados, donde la circulación de golosinas para niños es comprensiblemente desbocada; la tarea les compete a los ministerios de Salud y Educación, pero también al Indecopi, que todavía no sabe cómo hará prevalecer la norma en las bodegas y en los mercados, donde estos productos se venden a granel.

Medidas para combatir los males que provienen del consumo de las cuatro sustancias aludidas son ya casi moneda corriente en países industrializados, algunos de ellos llegan incluso a prohibir, por ejemplo, las grasas trans, pero en el Perú solo se advierte sobre su uso.

Resulta alentador conocer de la preocupación que la salud pública despierta en estos tiempos, aunque la comida más popular en nuestro país, los anticuchos, los chinchulines, el choripan, las salchipapas y la molleja no han sido considerados en la moderna regulación.

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