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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En el no tan pequeño universo de las redes sociales del Perú, el odio es tendencia, así como la desinformación y la mentira, y la verdad a medias.En tiempos electorales, esto alcanza dimensiones asfixiantes.

Los periodistas con atuendo de troll e intereses subterráneos aprovechan la efímera popularidad que da un retuit, un like o un compartido para acaramelarse en estos espacios y decir lo que les da la gana. Nadie pretende silenciarlos. Ojalá que sus fans o followers sean capaces de discernir entre la verdad y la mentira, entre lo lógico y lo irracional.

Los dueños de la verdad hoy hacen campaña por causas tan diversas como el voto viciado, PPK o Keiko nunca más. Periodistas, ciudadanos, activistas se unen en un mensaje de odio, desinformación y mentira.

El dueño de la verdad te dice por quién debes votar y es implacable, no hay opción. El dueño de la verdad te dice que tu voto viciado es un voto contra la democracia. El dueño de la verdad te dice que Keiko es una mujer —sí, mujer—, pero miserable.

El dueño de la verdad te dice que PPK es gringo y que un gringo no puede gobernarte. El dueño de la verdad te maldice por no permitir que Verónika haya llegado a la segunda vuelta. El dueño de la verdad pretende que el medio X sea el aparato político al servicio del candidato de turno.

El dueño de la verdad incendia el camino, y se sobrepone a las llamas como un dios capaz de condenarte por ser blanco, tener un apellido que no es 'muy peruano' o estudiar en una universidad privada. El dueño de la verdad te juzga por tener educación, mientras otros no; aunque tu residencia esté en los Estados Unidos, donde te la pasas muy bien criticando al país que ya no te provoca como casa.

El dueño de la verdad es como el cuy de tómbola: mira dónde acomodarse, dónde puede encajar, dónde puede trabajar durante los próximos cinco años. El dueño de la verdad no sabe escuchar porque se ha reinventado en Twitter y Facebook para gritar. El dueño de la verdad lanza el tuit, y se esconde. Acusa y luego no se da por enterado.

El dueño de la verdad ha perdido la decencia o quizás nunca la tuvo, solo que ahora se nota más. El dueño de la verdad nunca se equivoca. No se equivocó en 2011 al decir por quién votar, y no se equivocó en primera vuelta y tampoco en segunda.

El dueño de la verdad culpa a los medios de todo lo malo, y sostiene que lo que no le gusta es basura de los poderosos.

El Perú fragmentado desfila en redes sociales, así como el Perú más racista, clasista, homófobo, xenófobo, intolerante e irracional. Y cuando unos pocos pretenden debatir o escuchar, resultan ignorados, buleados.

Porque solo cuenta el dueño de la verdad, o los muchos dueños o las dueñas. Estos señores y señoras que se miran al ombligo antes de opinar solo saben descalificar, ejercicio sencillo y dañino para la salud de un país que necesita dialogar.