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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Desde el púlpito o desde la cabina de la radio, el cardenal Cipriani arremete con cada vez más frecuencia contra los derechos humanos de los peruanos. El odio, la intolerancia, la impunidad y el machismo tienen en este país un rostro que no necesariamente corresponde al desalmado agresor de Lady Guillén o al hombre que arrastró por los pasillos de un hotel a Arlette Contreras.

En nombre de Dios y para proteger supuestamente a la familia, este señor –que parece muy cómodo con los que suben al poder– no deja de polarizar con sus trasnochados, denigrantes e inaceptables discursos.

En plena campaña contra la violencia que sufren las mujeres, el cardenal volvió a ofendernos. Con el amén de los políticos de diversas agrupaciones y sin querer aceptar que el Perú es un Estado laico, Cipriani golpea otra vez la dignidad de las mujeres y de los peruanos en general.

Es momento de escuchar el pronunciamiento enérgico de las nuevas autoridades. Es momento de decirle al señor Cipriani que no más. Ni una agresión más. Ni una más, Cipriani. #NiUnaMenos.

El cardenal afirmó que las mujeres se ponen "como un escaparate, provocando". ¿Provocando a quién? ¿Provocando qué? No hay que golpear, violar o matar para destruir. El pastor culpa a las mujeres de la violencia que sufren, y atribuye parte de la responsabilidad a la prensa.

"(Los medios) constantemente difunden violencia, violencia también contra la mujer y también difunden ese abuso del cuerpo como atracción física carnal en horarios y de maneras muy sutiles, pero van creando toda una situación que luego las estadísticas nos dicen que hay abortos de las niñas, pero no es que hayan abusado de las niñas, son muchas veces porque la mujer se pone como un escaparate, provocando", aseveró este hombrecito que luego llevó al Arzobispado a hacer unas precisiones ante el desatino. En la era de YouTube, con el registro claro de sus palabras, el Arzobispado deja entrever que fue malinterpretado en las redes sociales y maquilla sus dichos.

Cipriani pretende hacernos creer que no dijo lo que todos escuchamos la mañana de ayer. No ofrece disculpas. Busca confundir, y finalmente sus palabras no son distintas a las de muchos perpetradores de la violencia cotidiana en el Perú.

Con un cinismo que da arcadas, en el comunicado se pide que "denunciemos con firmeza estas campañas que buscan tergiversar el mensaje de la Iglesia, que tiene como uno de sus principales principios la defensa de los más débiles, no solo con palabras, sino también con hechos".

El mensaje de Cipriani está claro, y no es necesario un comunicado posterior, y luego otro para saber lo que piensa este señor. Ya sabemos lo que dice de los gays, lo que piensa de la familia, lo que representan los derechos humanos y civiles para él. A Cipriani se le han tolerado todas las ofensas. Pero ya es hora de decir NO MÁS.