Con las campañas presidenciales apretándose en el tramo decisivo, los candidatos han subido el listón de sus promesas y algunos, en su afán por escalar en las preferencias populares, se han desbocado completamente en todo de tipo de ofrecimientos, si es que no imposibles de cumplir, que llevarían al Estado a una bancarrota más que segura.

El erario no es infinito en ningún país y si ahora las iniciativas estatales han cobrado protagonismo en la economía mundial, es por la emergencia sanitaria, que se debe enfrentar con medidas extraordinarias, como ocurre, por ejemplo, durante y después de las guerras, para equilibrar la devastación que estas dejan.

Las batallas contra el COVID-19 y el apoyo decidido, indispensable, de los gobiernos a la reconstrucción económica que sus naciones demandan se están convirtiendo, no obstante, en un pretexto para que ciertos candidatos locales hagan pensar a sus electores que volver al estatismo promovido por ideologías ya superadas por la Historia puede ser una salida para los problemas del Perú actual.

Pero si antes no representó ninguna solución, menos lo será hoy, con un mundo que avanza en dirección contraria a modelos políticos como el que encabeza Nicolás Maduro, en el que, a todas luces, se inspiran los planes de gobierno de los candidatos Verónika Mendoza (Juntos por el Perú) y Pedro Castillo (Perú Libre).

El impacto fiscal de los planes de estos dos aspirantes a la Presidencia –como demuestra un análisis minucioso, realizado por Videnza Consultores, de las propuestas de las tiendas políticas que lideran las encuestas– sería catastrófico para la ciudadanía, pues exceden con largueza el gasto razonable que puede permitirse el Estado peruano. Y los ofrecimientos de Yonhy Lescano (Acción Popular), tercero en este ranking de la irresponsabilidad fiscal, tampoco van tan a la zaga.

A estas alturas del siglo XXI, el estatismo como motor de crecimiento y desarrollo no es más que una reliquia ideológica de museo, que fracasó allí donde se le puso en práctica (China es una anomalía imposible de replicar). De llevarse a cabo todas las medidas y nacionalizaciones que proponen Mendoza y Castillo, la economía peruana simplemente entraría en un coma profundo.

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