(Photo by Ludovic MARIN / AFP)
(Photo by Ludovic MARIN / AFP)

La inesperada y trágica muerte del expresidente de Chile Sebastián Piñera, que aún tiene conmocionado al vecino país, ha traído a la memoria las dos gestiones gubernamentales con que labró su legado político.

El excanciller José Antonio García-Belaunde y el periodista chileno José Rodríguez Elizondo –quien destacó su acertado e impecable manejo de las sucesivas crisis y emergencias sanitarias en su país durante la pandemia, como indicó a Perú21– han dimensionado la talla de estadista y demócrata que tuvo Piñera, lo que a su vez nos obliga a hacer un parangón con partidos y líderes políticos locales.

El embajador García-Belaunde recuerda dos momentos en las relaciones con Perú. El diferendo marítimo zanjado en La Haya y la creación de la Alianza del Pacífico. En ambos casos, la actitud y posición de Piñera fue ejemplar, de mirar hacia adelante y de construir.

Pero, por supuesto, los estadistas, los grandes líderes, nunca surgen solos, por arte de magia, ellos llegan a los puestos de comando rodeados de políticos y profesionales competentes, con visión de país y vocación de servicio. Gente honrada y altamente capacitada, que sabe trabajar en equipo, dejando de lado intereses particulares. Todo lo contrario, o sea, de lo que ocurre en Perú con la actual clase política.

Con tan solo echarle un vistazo al vecindario presidencial de Barbadillo, a Palacio de Gobierno o al vocinglero hemiciclo de la Plaza Bolívar, cualquier demócrata peruano –o de otras comarcas– queda descorazonado ante el pobrísimo espectáculo y preocupante panorama de cara al futuro.

La estatura moral e histórica de un personaje que llegó a lo más elevado de la política en su país no solo se mide a través de determinados logros, sino también de la empatía y el compromiso con sus connacionales que demostró largamente cuando le tocó lidiar con la devastación que dejó un violento terremoto en Santiago, Valparaíso y otras ciudades emblemáticas del litoral sureño. Y ello, sin dejar un reguero de escándalos o acusaciones de corrupción al final de sus mandatos.

Liderazgos como el de Piñera definitivamente marcarán época en esta parte del continente.

Hizo bien el presidente Gabriel Boric, salvando cualquier distancia ideológica, en rendirle el homenaje que este hombre de Estado se merecía. Vaya que se le va a extrañar en la política sudamericana.