Gracias a la ayuda de un amigo abogado, por fin me pude enterar fehacientemente de cómo aterrizó esta locura de sumar todas las penas impuestas a la hora de imponer una condena, un demagógico populismo penal que lo que ha originado es que veamos unas condenas o unos pedidos de condenas desmesurados en comparación a la gravedad del delito cometido. Claro que aplaudo que a Toledo, a Urtecho y a la esposa de este último se les condene por pericotes, pero no me puede parecer correcto y cuerdo que les claven 20, 22 y 28 años respectivamente, como si hubieran asesinado a alguien, puesto un coche-bomba o cometido pedofilia. O que se pretenda castigar a Villarán, PPK, Ollanta, Keiko o Nadine con más de dos décadas de prisión.
Este disparate se originó en los meses finales del gobierno de Toledo (abril de 2006), cuando los “geniales” congresistas Luis Iberico (FIM), Dora Núñez (FIM), Fausto Alvarado (FIM), Celina Palomino (Perú Posible), Santos Jaimes Serkovic (también PP) y José Luis Risco (un rojo que entró con Unidad Nacional) presentaron, cada uno por su cuenta, sendos proyectos para modificar el artículo 50 del Código Penal, que en aquel entonces establecía cuerdamente que la pena más alta absorbía a las demás, para pasar a que todas las penas se sumen (siempre copiamos lo más tonto y malo de EE.UU.).
La suma de estas iniciativas se cristalizó en la Ley 28730 (con 64 votos a favor), que no fue vetada por Toledo y que así fue promulgada en mayo de 2006 por David Waisman (vicepresidente encargado del Despacho Presidencial) y el entonces premier PPK. Lo más irónico de todo es que esta sobrepenalización dada en aquel entonces por nuestra populista clase política en estos días se está volviendo contra los políticos, y así al firmante de esta norma PPK se le podría terminar castigando con muchísimos años de cárcel. Y dada la ignorancia y populismo que intoxican ahora al Ejecutivo, al Congreso y al “electarado”, veo muy difícil que este exceso legal se corrija.