Pablo Casado, líder del Partido Popular (PP); Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España; Santiago Abascal, líder del partido Vox; Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos; y Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en un debate electoral en Madrid, España, el lunes 4 de noviembre. (AFP).
Pablo Casado, líder del Partido Popular (PP); Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España; Santiago Abascal, líder del partido Vox; Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos; y Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en un debate electoral en Madrid, España, el lunes 4 de noviembre. (AFP).

Escribo basándome en estimaciones aún preliminares, pero la foto de estas últimas elecciones españolas ya está más o menos revelada: crece la diestra (donde la derecha dura de VOX se dispara y la derecha clásica del PP se recupera algo), se desploma la centro-derecha (Ciudadanos, que perdió la oportunidad de no montar una coalición con el PSOE en las elecciones pasadas), mientras que la izquierda “blanda” y “dura” tendría un mal negocio relativo (PSOE y Podemos perderían algunos escaños. Sánchez apostó a que subiría mucho en estas elecciones y por eso desechó meses atrás una coalición con la ultraizquierda). Ojo que el abstencionismo creció y eso aquí siempre daña a la izquierda.

Pero la sorpresa ha sido VOX, que más que duplica escaños y se torna en la tercera fuerza. Se veía venir: el nacionalismo español se ha despertado por el separatismo catalán; es voto de protesta; el ridículo show socialista de la exhumación y traslado por helicóptero del dictador Franco indignó a muchos; el líder voxista Abascal se paseó en el debate; el rechazo al inmigrante ilegal se percibe (sobre todo hacia el árabe musulmán y el negro africano. Casi no lo sientes con el latino); muchos españoles quieren más mano dura con el crimen; los acosados taurinos y cazadores (que no son pocos) se sienten arropados por VOX y se huele bastante hartazgo en muchos con tanto énfasis mediático y político con el feminismo radical, la agenda gay “progre”, lo “políticamente correcto” y la machacona obsesión zurda con la “memoria histórica” sobre el franquismo. Pero VOX no es fascista; eso es una exageración.

Resultado nocivo, pues no se avizora gobernabilidad. Ni la derecha ni la izquierda suman los 176 escaños necesarios para ocupar La Moncloa. La llave la tendrán los nacionalistas vascos y catalanes. Malo.

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