Tú y usted. (Getty)
Tú y usted. (Getty)

Sirven para delimitar distancias sociales y traducir posiciones de poder. “Tú, Jaime”, “usted, Jaime”, “tú, Pérez”, “usted, Pérez” no significan lo mismo, aunque pueden referirse a la misma persona. Filtran intimidad, superioridad jerárquica, lejanía, edad y muchas otras cosas más. Es cierto que el tuteo es cada vez más frecuente, lo que refleja la horizontalidad de nuestros tiempos.

Pero en nuestro país existe una tendencia sistemática, generalizada, a tutear a cualquier persona percibida como subordinada. No conozco a muchos, que se consideran respetuosos y educados, que no traten de “tú” a mozos, empleadas, griferos o conserjes, independientemente de si los conocen o la edad que tienen. Impensable en algunos países vecinos: provocaría una reacción airada.

¿Por qué sucede así en nuestro país?

Me parece que refleja el abuso de poder al que tendemos en las relaciones asimétricas, cierta falta de respeto por todos aquellos que desempeñan trabajos de servicio. Me parece que también es la marca de una historia donde las relaciones entre los grupos y las personas siempre han sido autoritarias y verticales. Por cierto, no todos los que tutean a quienes los sirven de alguna manera son explotadores o desconsiderados. Muchos son todo lo contrario. También puede haber gente que maltrata a sus interlocutores a pesar de no tutearlos. Sin embargo, hay cierta injusticia reflejada en esa utilización sintomática de los pronombres, en esa facilidad con la que llamamos tú a toda persona que no consideramos un par y que no se va a atrever a devolvernos el “tú”. Y ese es el modelo que ofrecemos a nuestros hijos desde el principio.

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