Sensualidad entre papás e hijos. (Getty)
Sensualidad entre papás e hijos. (Getty)

Mostrar cariño hacia los hijos varones puede costar a muchos papás. Me refiero a manifestaciones físicas. Digan lo que digan, aún hay recelo hacia cualquier manifestación emocional por parte de hombres. Creo que todos nos hemos confrontado con eso de que no lloran. De todas las emociones, es la agresividad la que más se acepta como medio de la virilidad para obtener logros. Con todas las consecuencias que ello tiene.

Quiero hacer una defensa cerrada del derecho y, más aun, de la necesidad de que los padres hagan caricias, junten sus cuerpos, besen y sientan el calor de los cuerpos de sus hijos hombres. ¿Se han asustado al leer esas palabras? Si es así, piña. Porque en realidad, todas las investigaciones y la experiencia concreta de profesionales, apuntan a que –sorpresa– la posibilidad de tocarse, besarse y acercarse son ingredientes indispensables para una masculinidad sana.

Los chicos, los hombres, necesitan sentir contacto con el cuerpo de sus papás. Aprovechan y gozan de la posibilidad de sentirse cerca de ellos. Y a través de esas experiencias, que pueden ser acompañadas de cuentos antes de dormir, una hora maravillosa, justamente aprenden a respetar la sensualidad, masculina y femenina.

Me parece que puedo afirmar que esos papás severos, estereotipados, rígidos, que prohíben la expresión de afecto en sus hijos varones, que no los besan y que ponen entre ellos y sí mismos una distancia infranqueable, están favoreciendo e incubando muchas más dificultades que los que no se hacen mayores problemas en jugar con sus hijos hombres y aprender sus olores, texturas cutáneas, la consistencia de sus cabellos y los secretos de sus cuerpos.

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