(USI)
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¿Existe la suerte? Cuando ponemos énfasis en el trabajo duro, el sentido de propósito y el esfuerzo sostenido, cuesta aceptar el azar en la ecuación de nuestros éxitos. Sin embargo, no es necesario acudir a fuerzas sobrenaturales o, en todo caso, totalmente exteriores a nosotros para encontrar en la suerte algunos conceptos muy valiosos.

En el fondo la suerte tiene que ver con una visión periférica que puede incorporar hechos, datos, ideas, personas que no estaban en el plan con el que salimos de casa, y convertirlos en oportunidades, vale decir, encontrar lo que no estábamos buscando. Una visión tubular, una mente que está en modo de una sola pista, difícilmente detecta esas puertas entreabiertas detrás de las cuales se encuentran nuevos negocios, teorías originales, o la pareja de nuestros sueños.

Parece que existen cinco habilidades que podemos trabajar y que van en el sentido de lo anterior: ponerse en contacto con las intuiciones y en general con el mundo interno —la meditación ayuda—, abrirse a nuevas experiencias, conocer gente nueva —sí, hablar con extraños—, pensar que en promedio las cosas van a salir bien; y no quejarse de lo que ocurre como si fuera algo personal, sino negociar con la realidad para encontrarle un beneficio o una enseñanza.

Una atención flotante que nos contacta con el afuera y el adentro, estar en el aquí y el ahora, y eliminar fuentes de ansiedad —como estar mirando cada minuto la pantalla del celular, que trae tanta buena suerte como jugar a las maquinitas en un casino—, y la voluntad de salirnos de nuestra rutina es lo que nos pone con más probabilidad en contacto con el tipo de ocurrencia que llamamos buena suerte.

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