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Érase una vez un alcalde...
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… que, apenas recibió el encargo, despidió a unos 3 mil trabajadores del municipio que debía administrar –en su mayoría mujeres– y, para respaldar su decisión, publicó un comunicado en el que manipulaba el articulado de la ley para que dijera lo que él necesitaba que dijera. Eso, por supuesto, es ilegal. Ah, y pagó los anuncios con dinero de la municipalidad.
De los tres mil, al menos la mitad eran mujeres y muchas estaban embarazadas. Despedir a una mujer embarazada también es ilegal. Lo más grave es que dejó a las gerencias de salud y de la mujer sin personal que permitiera atender a enfermos y, peor, a las víctimas de violencia familiar que, en nuestro país, no son pocas y casi siempre son mujeres y niños.
(Por eso es una ironía que, por el Día de la Mujer, el alcalde haya lanzado una campaña de belleza y estética gratuita para las mujeres del Cercado. ¿El próximo año les maquillan los moretones?).
Como el alcalde es un tipo práctico, planificar es perder el tiempo. Por eso tendremos combis y buses atropellándose, matándose y matándonos por un pasajero cuatro años más. La adjudicación de rutas a dedo es poco transparente y, se dice entre los transportistas, la tajada por ruta es de US$25 mil en promedio: en 470 rutas serían US$12 millones.
El apodo del alcalde habla de su idea de comunicación y transparencia: se anularon 51 procesos administrativos sin aviso ni debate, pero sí colocó carteles por toda la ciudad para anunciar que aquello que la administración anterior no pudo entregar en años él lo entregó en días. Sobre algunos puentes sin terminar, puso carteles que dicen que las obras se detuvieron en diciembre.
Sí, él entró en enero. Sí, no es muy brillante con las palabras.
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