Peru empató 0-0 con Venezuela en la Copa América Brasil 2019 (AFP)
Peru empató 0-0 con Venezuela en la Copa América Brasil 2019 (AFP)

Por: Horacio Zimmermann desde Brasil

Gareca ofreció un cambio táctico para tratar de resolver el problema de gestación de ocasiones de gol que se mostró en los últimos amistosos. Retrocedió a Tapia entre los centrales, añadió a ‘Canchita’ en el medio para que se una a Yotún en tratar de desequilibrar a través del pase y adelantó a los laterales. Este cambio, que debe analizarse desde lo ofensivo, no prosperó por una razón: la labor de los laterales era crucial para darle profundidad al equipo, pero Advíncula y Trauco no se movieron para generar sorpresa en ataque y, básicamente, se cuidaron para no desproteger al equipo ante la pérdida de balón, sabiendo que el arma principal de Venezuela era el contragolpe.

Gareca buscó soluciones a partir de problemas conocidos; sin embargo, esto originó otros en cuanto a la búsqueda de la efectividad: primero, que el equipo sea una máquina programada que produzca en el jugador el temor de hacer algo desconocido y termine desprotegiendo al equipo. Y, segundo, que a ese temor se sumen nuevos conceptos del juego en la tarea del futbolista que no fueron resueltos de manera correcta (ocupar espacios con criterio), dejando, además, poco terreno para la inspiración individual y las sociedades (Farfán y Guerrero se pasaron una sola vez el balón), tan destacadas en los equipos del ‘Tigre’.

Bolivia nos exigirá precisión porque es un equipo que prioriza la neutralización de la idea del rival a partir de la reducción de espacios. Juega a evitar ser sorprendido. Ese tipo de planteamientos ya nos costó contra Ecuador, Colombia y otros. ¿Qué necesitamos? Antes que un equipo programado y temeroso, necesitamos uno que deje fluir la inspiración a través del manejo de situaciones similares a las que ya hemos enfrentado, a partir de una idea que nos llevó al Mundial. Los experimentos dejémoslos para los amistosos.