(USI)
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Las instituciones, entendidas como reglas formales e informales que rigen las interacciones humanas (Acemoglu), explican en gran medida por qué algunos países son más prósperos. Entre ellas destaca el trabajo, que es la institución más importante para las sociedades modernas, ya que es el principal mecanismo por el cual se asigna el poder de gasto entre los ciudadanos.

Sin embargo, desde hace algunos años, apareció una amenaza para el trabajo: la posibilidad de que las nuevas tecnologías vuelvan prescindible la fuerza laboral. En esta línea, algunos estudios sugieren que el 47% de los empleos se automatizará en las próximas dos décadas (Frey & Osborne).

Esto reactivó un viejo debate en los países desarrollados: la creación de un “ingreso básico universal no condicionado” (IBU). Esta medida permitiría que todos los ciudadanos, trabajen o no, reciban un ingreso del Estado para garantizar un nivel de vida digno. El primer país que abordó este debate fue Suiza.

A pesar de que ningún partido suizo apoyó la medida y solo algunos políticos independientes estuvieron a favor, la ciudadanía reunió las 100,000 firmas necesarias para el referéndum. Las encuestas previas a los comicios mostraron que más de un tercio de los jóvenes de 18 a 30 años opina que el IBU es “la política del futuro”.

No obstante, el 5 de junio de 2016 se votó y el IBU fue rechazado por el 77% de votantes. Las encuestas a boca de urna mostraron la sensatez del votante suizo, ya que la principal interrogante que motivó el rechazo fue ¿qué impuestos se crearán para que el IBU funcione?

Qué envidia siento. Cuando votante peruano tenga la mitad de la sensatez del votante suizo, estaremos a un paso del desarrollo.