"La iniciativa –que evidencia un vergonzoso desconocimiento de los hechos y de la realidad peruana– vuelve a poner en evidencia el talante autoritario". (EFE/Mario Guzmán).
"La iniciativa –que evidencia un vergonzoso desconocimiento de los hechos y de la realidad peruana– vuelve a poner en evidencia el talante autoritario". (EFE/Mario Guzmán).

Inaceptable el intento de los gobiernos de Colombia, , Bolivia y Argentina de inmiscuirse en asuntos internos del Perú al pretender sibilinamente –parapetados bajo una taimada fraseología diplomática– darle alas al destituido golpista .

En un pomposo comunicado conjunto, promovido por (AMLO), mandatario mexicano, reconocen aún como presidente al nuevo inquilino de la Diroes, multiplicando por cero el derecho peruano. Un ordenamiento jurídico que establece con claridad la sucesión del poder en casos de vacancia, más aún si la causal grave de golpe de Estado está de por medio.

La iniciativa –que evidencia un vergonzoso desconocimiento de los hechos y de la realidad peruana– vuelve a poner en evidencia el talante autoritario de populistas que han logrado llegar a la cima del poder en sus países gracias a un juego democrático debidamente reglamentado, que, en cambio, se dan el lujo de ignorar tratándose de nuestro país.

Todo, cómo ocultarlo, para defender a su ‘carnal’ Castillo, quien se esforzó en acercarse a ellos para que lo apañaran en estos últimos meses, cuando la legitimidad de su gobierno comenzó a venirse abajo, por los incontables escándalos de corrupción que se fueron acumulando en su contra.

Ha hecho bien el Congreso de la República al aprobar la moción de su Comisión de Relaciones Exteriores, rechazando las constantes e inaceptables maniobras de injerencia de los presidentes de México y de Colombia, Andrés López Obrador y Gustavo Petro Orrego, respectivamente, en asuntos que corresponden única y exclusivamente al ámbito jurisdiccional peruano.

AMLO, por su parte, insiste en que él todavía considera a Pedro Castillo como presidente del Perú, evadiendo responder de manera directa si reconoce a la nueva mandataria, Dina Boluarte.

Conviene recordar que el golpista fue detenido cuando –al comprobar que su “golpe de Estado” se iba a pique– decidió huir de Palacio para asilarse en la embajada de México, donde ya habían recibido la orden de abrirle las puertas.

Más allá de una complicidad basada en la ideología o los discursos, la postura de estos mandatarios demuestra un irrespetuoso desconocimiento de los hechos y de la realidad peruana. Una vergüenza. La Cancillería ya debería estar tomando cartas en el asunto.