(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)

Es verdad que el Congreso no tiene que ver con las compras del Estado, pero es imposible seguir con procesos estratégicos si cada día el Ejecutivo enfrenta pedidos de vacancia, cambios de ministros y renovación de funcionarios claves. Uruguay, Chile, Ecuador y Colombia cerraron sus primeros acuerdos de compra de vacunas entre el 6 y el 12 de noviembre. ¿Recuerdan qué estaba ocurriendo en Perú esos días?

Lo que hemos vivido entre setiembre y noviembre ha sido un desmadre político a tal punto que solo en la segunda semana de noviembre tuvimos tres presidentes de la República. ¿Cómo el Congreso y la vieja casta política no van a tener una responsabilidad enorme en todo esto?

En ese contexto, ningún funcionario se atrevería a empujar decididamente una negociación millonaria porque de todas maneras hubiese terminado en el banquillo de los denunciados. Recuerden que en Perú no se podía comprar vacunas que no hayan terminado exitosamente su fase III de ensayos clínicos porque recién ahí obtenían registro sanitario, algo que se pidió al Congreso modificar el 27 de setiembre, pero que recién aprobó en los primeros días de diciembre. Al Congreso le tomó 80 días aprobar esa ley. Infinitamente más que la vacancia para el ascenso de Merino.

No tenemos vacuna a la vista por una suma de ingredientes que cada cierto tiempo nos recuerdan que Perú sigue con un pie en la categoría “república bananera”: inacabable inestabilidad, funcionarios inoperantes por terror a lo que dirán la Contraloría y Fiscalía, sistemas de gestión ineficientes, y una clase política especializada en el boicot.

Hemos tenido una oposición política que ha hecho todo más difícil y ahora está tirando piedras a la distancia. Por eso el gobierno tiene que explicar más y mejor, sin dejarse avasallar. Y, por supuesto, ponerse a trabajar para traer la vacuna. En este momento Sagasti necesita más a Sun Tzu que a Vallejo.