Entre el temor, la rabia y la esperanza

“Los candidatos que entrarán en campaña no la tendrán fácil: se enfrentarán a una ciudadanía en la que predomina el desinterés y el desafecto hacia los políticos”.

Fecha de publicación: 13/04/2025 – 12:10

Un día como hoy, segundo domingo de abril de 2026, serán las elecciones generales. En el último día del plazo y al cierre de esta columna, el JNE tenía registrados 43 partidos habilitados para participar. El elector tendrá una sábana de 13 columnas para decidir su voto para presidente de la República, Senado Nacional, Senado Regional, Cámara de Diputados y Parlamento Andino, más los correspondientes votos preferenciales.

Los candidatos que entrarán en campaña no la tendrán fácil: se enfrentarán a una ciudadanía en la que predomina el desinterés y el desafecto hacia los políticos. Para los partidos nuevos hacerse conocidos será una tarea titánica; y los partidos con presencia en el Congreso afrontarán, además, un rechazo visceral.

En otros tiempos, las elecciones despertaban ilusión. Los principales candidatos tenían una gama de propuestas que generaban esperanza en unos y otros. El Perú sigue teniendo muchos motivos para la esperanza —su riqueza minera, su desarrollo agroexportador, su potencial turístico, el éxito de su gastronomía, el espíritu emprendedor y trabajador de su pueblo—, pero el ánimo que prevalece en la mayoría —luego de tantas decepciones políticas— es de escepticismo.

En cambio, el avance del crimen organizado y la corrupción despierta sentimientos de temor y de rabia. La polarización y el sensacionalismo que prevalecen en las redes sociales no hacen sino agudizar estos sentimientos. El temor puede llevar a votar por opciones autoritarias que ofrezcan mano dura. La rabia puede llevar a votar por opciones antisistema que ofrezcan refundar el país. Entre ambos extremos es necesario que los candidatos con propuestas sensatas adquieran más visibilidad, pero será una tarea compleja en un contexto de desafección y polarización.

Para ganar visibilidad hay dos fechas claves este año, el 2 de agosto y el 31 de octubre. El 2 de agosto es el plazo límite para la conformación de alianzas. La formación de alianzas es una oportunidad para que la “plancha” presidencial que se forme adquiera más visibilidad. El 31 de octubre es la fecha límite para la inscripción de las precandidaturas para participar en las elecciones primarias. La mayoría de los partidos tendrá candidato único. Los partidos que tengan auténticas elecciones internas le darán mayor visibilidad a quien resulte ganador.

Para todos los demás, la campaña empezará el 2 de enero con la complicación de que esta vez los candidatos presidenciales disputarán la atención pública con los candidatos al nuevo Senado; y con el riesgo para el desarrollo y la democracia de que conocidos políticos antisistema —que no están habilitados para ser candidatos presidenciales, pero sí podrían estarlo para postular al Congreso— encabecen listas para el Senado y arrastren consigo una bancada significativa, además de votos para su candidato presidencial.

El rol de la prensa y la sociedad civil será fundamental para ayudar a la ciudadanía a votar mejor para la Presidencia y el Congreso, destacando, por un lado, las propuestas auténticamente democráticas que buscan el desarrollo nacional y, por el otro, denunciando a los candidatos con malos antecedentes y propuestas demagógicas y perjudiciales.

 

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