Las conversaciones datan del 19 de setiembre por la noche, cuando el Parlamento se disponía a votar la cuestión de confianza al Gabinete de César Villanueva. (Foto: Congreso)
Las conversaciones datan del 19 de setiembre por la noche, cuando el Parlamento se disponía a votar la cuestión de confianza al Gabinete de César Villanueva. (Foto: Congreso)

Cuando se iniciaron las investigaciones contra los ex presidentes Kuczynski, Humala y Toledo, el aprismo lo celebró. Tenían razón, pero ¿qué puede haber cambiado tanto como para que ahora que se investiga al ex presidente García por razones similares digan que estamos ante una persecución política?

Cuando Humala y Heredia fueron a prisión preventiva, el fujimorismo convirtió al juez Carhuancho en una suerte de héroe nacional que traía esperanzas para la justicia peruana. No sintieron que en ese caso existiese inquina personal, abuso de derecho o una arbitrariedad judicial. Catalogaron esa prisión preventiva de acierto absoluto. Pero cuando Keiko Fujimori corrió la misma desdicha, convirtieron al Perú en un totalitarismo que utiliza la justicia para perseguir opositores. ¿Acaso ambos casos no tienen similitudes?

Cuando el fiscal Juárez Atoche visitó el colegio de las hijas Humala Heredia en horario de clases, los opositores de la pareja no vieron señales de abuso. Qué va. Sintieron que era justo, que se estaba investigando para prevenir una fuga. Pero cuando la Fiscalía interviene un estudio de abogados donde puede haber material comprometedor, de pronto ven al Perú como una dictadura. ¿No será que esta última intervención está más justificada?

Cuando las investigaciones por Lava Jato no avanzaban, ciertos periodistas reclamaron que la pasividad afectaba la imagen del país y espantaba la inversión. Pedían sangre. Pero cuando la Fiscalía aceleró el paso, pisando, entre otros, los talones de García y Fujimori, no han tenido dificultad en tildar al presidente de golpista y decir que el Perú está peor que Venezuela. ¿No era que la imagen del país y las inversiones estaban en juego?

Los humanos nos definimos por nuestras contradicciones, cierto, pero esto es un exceso.