No sé cómo algunos se han sorprendido de que Vizcarra no permita que el avión de Evo reposte en Lima (cosa que debió permitirle por razones humanitarias, de Estado y de realpolitik). Evo pensaba que Vizcarra era su amigo e ignoraba que Vizcarra traiciona sin asco. Vizcarra traicionó a los apristas en su primera y fallida postulación al Gobierno Regional de Moquegua. Vizcarra traicionó a Pedro Coaila, el amigo de su padre que le proporcionó su movimiento Gobierno Regional por Ti para que postule exitosamente a la gobernación de Moquegua. Vizcarra traicionó a PPK desde Canadá, después de que este le hizo vicepresidente y ministro. Vizcarra traicionó (y hasta maltrató con desplantes públicos) a Meche Araoz, que le recomendó a PPK (junto a José Hernández), le acogió en Lima, le llamaba “hermanito” y con quien hasta literalmente comían del mismo plato. Vizcarra traicionó al fujimorismo (y a casi todo el Congreso anterior) después de que este le hizo, en estrecha coordinación con él, presidente del Perú. Vizcarra traicionó y echó del premierato a Villanueva después de que este fue su fiel operador en el Congreso para sacar a PPK del poder. Vizcarra traicionó a su ministro Heresi y le botó –¡por Twitter!– del gabinete por una conversación inofensiva. Vizcarra traicionará a guaripoleras incondicionales como su premier Zeballos o su ministra Montenegro o a Mario Cortijo –su nexo clave con la prensa y TV oficialistas– si le es necesario. Solo su secretaria Miriam Morales y sus amigos moqueguanos (Iván Manchego, Carlos Estremadoyro y Edmer Trujillo) podrían –y lo pongo en condicional– no ser objeto de sus traiciones. Así que no se asombre nadie de que Vizcarra haya traicionado a su “amigo” Evo.