Obreros de la azucarera Tumán de Chiclayo se encadenaron a la puerta del emporio para exigir la salida del Grupo Oviedo de la administración.
Obreros de la azucarera Tumán de Chiclayo se encadenaron a la puerta del emporio para exigir la salida del Grupo Oviedo de la administración.

Observo este desastre actual en Tumán (azucarera colapsada, peleas por la propiedad, instalaciones obsoletas, trabajadores en zozobra) y por milésima vez me pregunto por qué a Velasco se le ocurrió expropiar las empresas azucareras durante la Reforma Agraria para convertirlas en esas catastróficas cooperativas (CAPS). En las azucareras no se reproducía para nada la condenable situación del latifundio serrano. No existían formas feudales de trabajo (pongos, yanaconas), sino obreros sujetos a jornal y a las normas laborales. No existía una productividad nula como en la sierra, sino más bien tenías unas exportadoras tan exitosas que hasta llegaron a competir en productividad con Hawái, el entonces puntero mundial en eficiencia azucarera (hoy ya el azúcar desapareció como negocio en esas islas). El latifundio allí, a diferencia del serrano, era inevitable en un negocio de agricultura extensiva como el azúcar. Mientras el latifundio serrano ni colaboraba con el fisco, las azucareras eran pagadoras de impuestos. ¡Si existía una agricultura de punta en el Perú de 1969, esa era la azucarera! Es cierto que algunas de ellas estaban en problemas económicos, pero el mercado solito solucionaba eso: quebrarían y las compraría alguien más eficiente. Expropiar las azucareras en 1968 fue tan estúpido como que hoy en día se confiscasen a las modernas empresas agroexportadoras. A sus dueños ni les pagaron. Y lo que vino después de la expropiación fue una pesadilla. Cooperativas que terminaron siendo cuevas de ladrones y parásitos, violentas mafias dirigenciales, explotación de “golondrinos” y un Perú importador de azúcar. La demagogia aprista e izquierdista postergó toda solución hasta la privatización de los 90, aunque la otrora próspera Tumán de los Pardo y otras aún son un caos.

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