Jair Bolsonaro se ha hecho conocido por sus comentarios misóginos y homofóbicos. (Foto: Reuters)
Jair Bolsonaro se ha hecho conocido por sus comentarios misóginos y homofóbicos. (Foto: Reuters)

La victoria de Bolsonaro contra el PT lulista –esa banda de ladrones rojos que se levantaron en peso a Brasil junto a las constructoras, especialmente con el Mundial y las Olimpiadas– marca un definitivo giro a la derecha en LatAm: Piñera en Chile, el uribista Duque en Colombia (porque el supuestamente liberal Santos se volvió un caviarón), Macri en Argentina (que derrotó al kirchnerismo, otra banda criminal. Aunque Macri anda mal ahora por tibio), Lenín Moreno desmontando al correísmo en Ecuador...
Y los rojimios que quedan andan tocados: mientras el chavismo ahora agoniza en Venezuela, el próximo año muy posiblemente Evo no ganará su forzada tercera reelección en Bolivia y Luis Lacalle (hijo) desplazará del poder al desgastado Frente Amplio en Uruguay. La única excepción ha sido México, donde cualquier cosa puede pasar con el electo populista de izquierda López Obrador.

Pero no habrá mal que por bien no venga con Bolsonaro: purga total de izquierdistas en el Estado, extinción del Foro de Sao Paulo, salida de la CIDH y el Mercosur, programa económico liberal de privatizaciones y reformas, adiós a la hegemonía cultural del “neomarxismo políticamente correcto”, control a la prepotente injerencia de las ONG “progres”, explotación racional de recursos naturales…

El Perú no fue ajeno a esta ola derechista: tras el demagogo izquierdistoide de Humala, eligió a la derecha pituca en el Ejecutivo y a la derecha populista en el Congreso, quienes imbécilmente se han destrozado mutuamente. Por eso tenemos en el poder a un socialconfuso Vizcarra rendido a los caviares, acompañado de un premier rosado, un gabinete incoloro y tres ministros abiertamente rojos en Trabajo (mendocista), Midis (aranista) y Cultura (neomarxista cultural). Siempre este excéntrico Perú a contracorriente...

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