El presidente Martín Vizcarra acompañó a Salvador del Solar y Vicente Zeballos para justificar la ausencia del Ejecutivo en el debate. (Foto: Alessandro Currarino / GEC)
El presidente Martín Vizcarra acompañó a Salvador del Solar y Vicente Zeballos para justificar la ausencia del Ejecutivo en el debate. (Foto: Alessandro Currarino / GEC)

Insto a leer el artículo “Primarias contra democracia” del reputado constitucionalista español Francesc de Carreras (El País, 19-6-19) ahora que Vizcarra, Del Solar y Tuesta nos quieren imponer constitucionalmente las primarias universales y obligatorias, sin mucho debate y hasta con la amenaza de cerrar el Congreso.

Según Carreras, las primarias vuelven aún más caudillistas e inorgánicos a los partidos, pues acaban con las instancias intermedias: “En las primarias se procede a elegir un líder, pero, muy difícilmente, este líder rinde cuentas a sus electores. ¿Por qué? Porque la relación se establece entre el líder y quienes le han elegido, sin órganos intermedios que encaucen y filtren esta relación.

La estructura de un partido que elija por primarias a su líder es lo más parecido a una dictadura: el líder (caudillo) solo dice obedecer al mandato que ha recibido de los afiliados (pueblo), pero estos tienen muy poca capacidad de hacerle llegar su opinión durante su mandato, controlarlo y exigir responsabilidad por sus actos. El líder ya se ha encargado de crear una estructura burocrática a su alrededor, escogida por él, que lo hace inaccesible. Ha sido elegido desde abajo, pero una vez que ha llegado arriba, no debe dar razón de sus actos hasta una nueva elección. Tiene legitimidad de origen, pero no de ejercicio.

Antes, entre ese líder y los simples afiliados había un conjunto de órganos intermedios en donde, mejor o peor, se discutía el rumbo del partido, sus decisiones y la idoneidad de la dirección. Había lo que podría denominarse una democracia parlamentaria, indirecta, con sus órganos donde se expresaban corrientes diversas y se debatían todo tipo de cuestiones (…) Hemos perdido en democracia interna: ha ganado Rousseau y ha perdido Montesquieu. A la vista está”.