Lamento mucho el fallecimiento de Fausto Alvarado. Buen abogado, correcto congresista y mejor historiador, le vi en Madrid hará dos meses, donde conversamos de historia, una pasión común. Fausto sostenía la posición de que en el Perú se llamaba erróneamente “Colonia” en vez de “Virreinato” a esa etapa de nuestra historia en su último libro, pues sostenía que España había sido “un reino de reinos” bajo los Habsburgo (hasta 1700 aprox.), por lo que el Perú venía a ser, legal y administrativamente, un reino más de ese gran y laxo conjunto español, tal como Aragón, León, Sicilia, Navarra o Nápoles. Por eso se tildaba de “reino” o de “provincia” al Perú (o “las Indias”) hasta bien entrado el siglo XVIII en los documentos oficiales españoles y que quienes comienzan a extender el término “colonia” eran los independentistas. El Perú era “un espacio político relativamente autónomo, manejado por un representante del monarca y con un cuerpo legal específico”.

Según Fausto, tampoco con los más centralistas Borbones se impuso aquí un sistema colonial como aquel que los estados europeos instalaron en el Asia o África a partir del siglo XIX y que es la noción usual de “colonia” que pensamos en nuestros días: el Perú vino a ser como una provincia ultramarina, gestionada por un gobernador (el virrey). Pero la falta de igualdad entre criollos y peninsulares, fenómeno que se ahondó con los Borbones, es un buen argumento para discutir lo anterior. El debate es interesante y recientemente muchos historiadores están considerando a nuestra guerra de Independencia más como una larga guerra civil entre bandos realistas e independentistas, con peruanos a ambos lados, que un típico conflicto de liberación nacional anticolonial, como los sucedidos en el siglo XX. Descansa en paz, Fausto.

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