Marco Arana Zegarra, congresista de la bancada del Frente Amplio. (César Campos/Perú21)
Marco Arana Zegarra, congresista de la bancada del Frente Amplio. (César Campos/Perú21)

La pobreza, esa fea miasma, ha vuelto a crecer en el Perú tras varios años de constante retroceso. La razón de que aumente es muy simple: la riqueza ha disminuido (o, en el mejor de los casos, se ha quedado estática frente al aumento poblacional). ¿Y por qué la riqueza no ha aumentado? Simple: el Perú no ha desarrollado su mayor fuente de creación de riqueza desde el virreinato: la minería.

Es como que un país petrolero se niegue a explotar más petróleo o un país cerealero ahogue su campo. No hemos desarrollado las cinco megaminas de cobre que tenemos en Cajamarca (Galeno, Conga, La Granja, Michiquillay y Cañariaco), como tampoco Tía María en el sur. Tampoco dejamos que Yanacocha expanda su producción aurífera en Quilish. ¿Y quién es responsable de esta desgracia? La izquierda, especialmente el ahora congresista Marco Arana y su grupo llamado Frente Amplio. ¿Y quién es ahora la ministra encargada de anestesiar la pobreza con programas sociales desde el Midis? Pues nada menos una muy reciente militante del Frente Amplio, la señora Liliana La Rosa. Qué paradoja, ¿no? ¡Arana tapona la creación de riqueza, mientras que una señora aranista se encarga de repartir plata para mitigar los efectos de lo que nos hizo el x#* de su jefecito del Frente Amplio!

Más minería es más dólares, más inversión, más canon, más impuestos, más empleos y más trabajo para las industrias y servicios que la alimentan. El mejor programa social es un buen puesto de empleo, no una repartija de poco dinero, que, además, genera parasitismo. Humala no entendió eso y su gobierno priorizó la repartija de plata vía programas sociales en lugar de la inversión privada. PPK resultó un bluff. Y Marco Arana le ha hecho más daño al país que el invasor chileno Patricio Lynch.