Modelo de caza ruso MiG-29M2. (Getty)
Modelo de caza ruso MiG-29M2. (Getty)

Nunca he sido militarista; la “robolución” de Velasco –esa versión peruana del chavismo– me traumó lo suficiente sobre lo prepotentes, demagogos y rateros que pueden ser los uniformados. Además, coincido con esa frase de Basadre que describía al Ejército como “el partido más antiguo del Perú” por su nefasta intervención en los asuntos públicos. Baste recordar que el Perú recién tiene a su primer presidente civil (Manuel Pardo) en 1872, a más de 50 años de haber proclamado su independencia. ¡Una vergüenza! O que los primeros 25 años republicanos son una larga serie de guerras civiles entre “señores de la guerra” (Gamarra, Salaverry, Orbegoso, Vivanco, etc...), aventureros que juntaban un par de miles de soldados y se proclamaban presidentes, hasta que Ramón Castilla pone orden.

Pero no ser militarista tampoco significa ser idiota y permitir que estemos desarmados. Hace poco he leído en el semanario H-13 que nuestra FAP está en ruinas. De nuestros reactores, solamente dos MIGs-29 de esas diecinueve aeronaves rusas de ese tipo que tenemos vuelan, así como solo cuatro de nuestros doce franceses Mirages y dos de nuestros dieciocho ya venerables Sukhois. Tampoco nos va mejor con los menos sofisticados aviones de combate Dragonfly, de los cuales solo cinco de diez sirven. O sea, solo el 20% de naves son operativas.

Eso es de llorar si nos comparamos con los chilenos, que poseen cuarenta F-16 gringos (muy superiores a nuestros aviones) y doce cazas F-5, al 90% de operatividad. No digo que nos embarquemos en una absurda carrera armamentista con nadie, pero sí que por lo menos recuperemos algunas de esas naves antes de que sean chatarra inservible. No sé si se ha exagerado la situación (a los militares les encanta también eso para conseguir recursos), pero algo se debe hacer.