Necios siderales

“¡Ni en el ‘capitalismo más salvaje’ sucede eso! O sea, el rojerío ‘ha hecho a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, como suelen cacarear estos rojimios del ‘neoliberalismo’”.
Decenas de ciudadanos portaban carteles exigiendo ayuda humanitaria debido a la escasez de medicinas y materiales médicos. (Foto: Twitter)

Extraigo algunos números de un reciente análisis del Wall Street Journal sobre Venezuela para conocimiento de esos rojos –como Arana, Mendoza, Huilca, Beto Adrianzén, Sinesio López, etc.– que increíblemente defienden al régimen chavista o buscan atenuar sus errores descomunales culpando a factores externos. Las políticas de izquierda aplicadas en Venezuela no solo no mejoraron la distribución del ingreso a favor del 20% más pobre, sino que hoy en día esta quinta parte de la población solo percibe el 1.4% de la riqueza nacional, mientras que el 10% más rico recibe el 60% de la misma. ¡Ni en el “capitalismo más salvaje” sucede eso! O sea, el rojerío “ha hecho a los ricos más ricos y a los pobres más pobres”, como suelen cacarear estos rojimios del “neoliberalismo”. El consumo de leche, pollo y detergentes ha caído entre 75% y 80%. Por eso los venezolanos han bajado 10 kilos en promedio o “la dieta Maduro”, en humor negro.

Es que la izquierda destruyó a los tres países más ricos de LatAm que tuvieron la mejor oportunidad de salir del Tercer Mundo: la otrora tan pujante Cuba (castrismo), la otrora séptima potencia mundial Argentina (peronismo) y la otrora Venezuela saudita (chavismo). No digo que el resto de LatAm sea gran cosa: todos en general son medio desastrosos, salvo Chile, Uruguay y Costa Rica (Brasil es un subcontinente; otra historia por su tamaño. Es más, con los años empiezo a sospechar que Bolívar y San Martín nos jodieron bien: posiblemente estaríamos mejor de cola de león de un vetusto Imperio Español a ser estas fallidas y balcanizadas cabezas de ratón). Pero ser rojo ahora en LatAm es definitivamente ser un necio. Y sideral.

PD: Lamento la salida de escena de Carlos Meléndez. Menos voces distintas aun ante tanta cacofonía oficialista y caviarona.

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