Imagínense cómo habrían reaccionado La República, Mávila y el resto de los medios oficialistas si el magistrado del TC Sardón se hubiese abiertamente declarado “antivizcarrista” o “antimendocista” (o hasta “antigraña”) en una entrevista y luego no se hubiera inhibido de examinar la probable libertad de uno estos personajes. ¡Uf! ¡Portadas; editoriales; comunicados de “notables”; ONG achoradas; caricaturas de Carlín, Andrés Emery y Heduardo; informes de Cuarto poder; entrevistas a Landa, Tuesta, Avelino Guillén, Albán, DGS y Eguiguren; crucifixión de Sardón, despachos indignados de Fowks y Paola Ugaz a la prensa española y todo el ruido posible de siempre!

Pues bien, eso exactamente ha ocurrido con la rojimia magistrada del TC Ledesma, que se confesó “antifujimorista” a H-13 y no ha tenido ni la vergüenza ni el decoro de inhibirse en el recurso sobre la libertad de Keiko. ¿Y la prensa oficialista? Calladita... Qué asco que es todo, ¿no? No me interesa defender a Keiko. Creo que solita se enterró y que le hizo mucho daño al país con esa pésima administración de su poder político, sus extraños odios y esa inexplicable, terca y aberrante oposición a que su propio padre sea liberado. Es karma lo que ahora vive. Pero aquí el tema no es el sujeto, sino la injusticia. Lo que me interesa es resaltar el maldito doble rasero que aplicamos en esta sociedad tan despreciablemente hipócrita. El descaro y la falta de vergüenza de Ledesma es repugnante, como igual de repulsivo es el silencio de mis coleguitas y de la sociedad ante cosas así de indecentes.

-Tras el indefendible exministro Meléndez, otra que debería irse a su casa es la ministra de Salud, Zulema Tomás, por ese rochoso cambalache de contratos entre su cartera y Sunarp, entre maridos y novias. ¿Callarán también los coleguitas?

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