Evo Morales viajará este fin de semana a Venezuela en donde participará en una cumbre de "solidaridad" con el país bolivariano tras las sanciones impuestas por Estados Unidos a funcionarios del régimen de Nicolás Maduro.(Getty)
Evo Morales viajará este fin de semana a Venezuela en donde participará en una cumbre de "solidaridad" con el país bolivariano tras las sanciones impuestas por Estados Unidos a funcionarios del régimen de Nicolás Maduro.(Getty)

Echemos un mirada a algunos vecinos. El proceso más interesante se está dando en Ecuador, donde el nuevo presidente Lenín Moreno no solo ha demostrado no ser un títere de Rafael Correa (que está residiendo en Bélgica), sino que está desmontando aceleradamente al correísmo: ha apartado de la vicepresidencia al ultracorreísta Glas, que incluso ha ido a parar a prisión por pericote. También está desarmando todo el sistema de espionaje estatal correísta y ha convocado a un plebiscito para prohibir las reelecciones. Todo acompañado del fin de las persecuciones a la prensa y la oposición. ¡Nunca pensé que iba a aplaudir a un Lenin!

A contramano, Bolivia está experimentando el zarpazo de Evo Morales para imponer una nueva reelección tras perder un referendo que le habilitaría, a través de una “interpretación auténtica” del servil TC local. ¿Criticará nuestra siempre hipócrita izquierda local esta sucia jugarreta que tanto le cuestionó a Fujimori? ¿O aquí no hay arbitrariedad porque Evo es de izquierda? ¿Mendoza? ¿Glave? ¿Indira? ¿Lévano? ¿Mónica? ¿Francke? ¿Mohme? ¿Nelson?

Yendo a Chile, el derechista Piñera sigue apareciendo como el gran favorito para ganar de lejos la primera vuelta electoral en noviembre. La cuestión es quién pasa a la segunda vuelta con él, lo que se dirimirá entre el periodista rosado Guillier y la rojimia Beatriz Sánchez. En cuanto a Bachelet, su pésimo segundo gobierno ha entrado en un proceso de descomposición acelerado, con renuncias por doquier. Ya se le fue medio equipo económico y acaba de dimitir el importante ministro Aleuy porque Bachelet optó por descartar su línea dura con la inquietante rebelión mapuche en el sur chileno, sedición rojo-indigenista que día a día se está incrementando.

TAGS RELACIONADOS