El presidente del Congreso, Daniel Salaverry, adelantó que las nuevas bancadas podrán participar en la próxima Junta de Portavoces. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)
El presidente del Congreso, Daniel Salaverry, adelantó que las nuevas bancadas podrán participar en la próxima Junta de Portavoces. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)

“Seguimos apostando por fortalecer los grupos parlamentarios, porque las bancadas no se sigan fraccionando y atomizando. Es por eso que apostamos solo por un grupo parlamentario mixto, que estará integrado por todos aquellos disidentes políticos” (Daniel Salaverry, justificando su aprobado proyecto de creación de la bancada mixta para solidificar la “ley antitránsfuga”. Correo 14/9/17).

Felipe Santiago Salaverry del Solar, al igual que muchos ex presidentes (nuestra historia del siglo XIX es patética, africana. Este “país” no estaba preparado para ser tan prematuramente independiente del imperio español), no merece llevar una avenida. Salaverry fue solamente un warlord, un señor de la guerra que juntó a dos mil hombres para sus andanzas y que traicionó al legítimo presidente constitucional Orbegoso. De rasgos psicópatas, Salaverry le dijo una vez a Orbegoso que “si así fuese, señor general presidente, principiaría fusilando primero a Vuestra Excelencia”. Luego fusiló al orbegosiano general Francisco Valle Riestra, rompiendo un acuerdo tácito de que se le aplicaba el destierro al warlord perdedor. Siempre sanguinario, decretó la “guerra a muerte” (sin toma de prisioneros), hasta que fue fusilado a los 29 años (salió ileso a la primera descarga).

Su descendiente Daniel también lleva la deslealtad en la sangre: primero con los apristas y ahora con los fujimoristas. ¡Solo a Keiko se le pudo haber ocurrido poner de presidente del Congreso a un ex aprista renegado, tan vulnerable a presiones por sus deudas tributarias y por su cercanía a Joaquín Ramírez!

Con su jefa presa, hoy Daniel Salaverry es el mayordomo congresal de Vizcarra, aplaudido a rabiar por sus otrora críticos políticos y mediáticos. ¡Así de repelente es la política peruana y sus actorcillos!

¡Feliz Navidad!

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