Las llamas y el humo salieron del techo de la catedral de Notre-Dame en París el 15 de abril de 2019. (Foto: AFP)
Las llamas y el humo salieron del techo de la catedral de Notre-Dame en París el 15 de abril de 2019. (Foto: AFP)

- Acongoja mucho este incendio de Notre Dame de París, uno de los monumentos más bellos del planeta. Espero que no haya sido obra de algún loco o terrorista, pues es extraño que justo este siniestro haya coincidido con la Semana Santa. Esta inmensa tragedia es comparable a incendios históricos que aún perduran en la memoria humana, como la quema total del templo de Artemisa en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo, barbaridad hecha por el pastor Eróstrato. Al ser detenido, el muy orate confesó que lo había hecho para que su nombre sea recordado por los siglos de los siglos... Curiosamente, esa misma noche nacía Alejandro Magno. 

Otro incendio que remeció la historia de la humanidad fue la destrucción de la biblioteca de Alejandría, en donde estaba almacenada toda la sabiduría del mundo antiguo. ¿De cuántas cosas nos habremos perdido? Esta atrocidad fue ordenada por el fanático califa Omar, con las siguientes infames palabras: “Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten. Si los libros no están de acuerdo con la doctrina del Corán, entonces no tiene caso conservarlos”.

- Como escribió Fernando Rospigliosi hace no mucho, nada le daría más respiro a este gobierno de tan acelerada decadencia en sondeos que caiga Alan García en prisión, más aún que esta detención de PPK no parece haber tenido el efecto revitalizador esperado para el vizcarrismo. García indudablemente no es la Madre Teresa, pero para mí no es una casualidad que todos estos últimos e intensos esfuerzos de sus fiscales y aliados para cazarlo (el cheque de la conferencia, Alva Castro Nava, Paita, etc.) se den justo cuando el agobiado Vizcarra tiene que relanzar la lucha anticorrupción, ese único caballito de batalla que le ha funcionado.

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