(Renzo Salazar/Perú21)
(Renzo Salazar/Perú21)

Un agudo observador político me comenta que su favorito para 2021 es Acuña. Le inquiero la razón. “Fácil. ¿Napoleón no dijo que para ganar una guerra se necesitan tres cosas: dinero, dinero y dinero? ¿Quién va a donar plata a los partidos políticos con esta persecución fiscal a los donantes? Todo el mundo se va a morir de miedo. De otro lado, ya el truco de las polladas y los cocteles está muy investigado. Esa ligereza fiscal de automáticamente vincular penal y no administrativamente aportes opacos con ‘lavado’ aterra a muchos. Tampoco ya habrá plata de Brasil o Venezuela. ¿No te acuerdas cómo las campañas de Humala nadaban en plata? Y la plata dada por el Estado es muy poca para una campaña, porque la publicidad por TV es cara y los mítines tampoco son baratos. Nadie va a tener un mango, salvo los políticos millonarios como Acuña, que tiene de la suya. Tu avispado colega, al que tanto quieres, ya se dio cuenta y por eso hace rato es su asesor principal, aunque a veces coquetea con cafecitos con Guzmán... Mohme por ahora está jugando a Guzmán y Verónika, pero él y la caviarada se plegarán a Acuña sin problemas si ven que tiene más posibilidades que estos dos y prefieren a cualquiera antes que a los naranjas. Además, solo Acuña y la izquierda podrían recoger ese voto fujimorista que eventualmente se le vaya a Keiko. Eso porque Acuña tiene el mismo perfil informal del fujimorismo. Ojo que el rojerío anda bastante desprestigiado, salvo en su eterno bastión del sur, donde hay muy poco voto fujimorista. Arana no calienta ni el té, Goyo va preso y Verónika no rompe su techo. La plata pesa mucho en las campañas, salvo que veamos un fenómeno de un candidato misio, como Fujimori en 1990, y que Guzmán o un outsider la hagan sin dinero. Difícil, pero no imposible”.