Juan Velasco Alvarado
Juan Velasco Alvarado

No puedo dejar de escribir hoy sobre los 50 años de un hecho tan impactante e infausto como lo fue el golpe velasquista para nuestra sociedad. Pocas veces alguien ha hecho tanto daño a un país como Velasco, un tipo nefasto a la par de Chávez y Allende, aunque siempre superado por Fidel Castro y Perón, cuyas herencias aún siguen lastrando a Cuba y Argentina, otrora las dos sociedades más prósperas de Latinoamérica. Lo de Velasco fue injustificable desde el saque: los militares no pueden deponer a un presidente constitucional (estábamos a 6 meses de las elecciones generales) y meterse a gobernar para ‘salvar’ al país como ellos crean conveniente. Se les da un uniforme y se les paga para que defiendan las fronteras y algo de orden interno. Punto. Menos aún para que ahoguen las libertades públicas y persigan a los ciudadanos disidentes como si fuesen un ejército extranjero de ocupación. Y estos militares velasquistas se metieron a hacer tal estúpida ingeniería social que terminaron deshaciendo y atrasando la economía nacional por décadas (desde 1968 hasta los 90), con engendros como ese robo gigantesco llamado la Reforma Agraria, la Propiedad Social, la Comunidad Laboral, la estatización de casi toda la economía, un proteccionismo extremo, un armamentismo absurdo, un oleoducto disparatado, un crecimiento astronómico de la deuda externa, subsidios por doquier y una corrupción rampante (que Belaunde II no persiguió por pusilánime y que la izquierda, la gran alcahueta de Velasco, soslaya hasta el día de hoy). Lo que siempre me ha molestado mucho es la impunidad de la que siempre gozó toda esa gentuza velasquista, malditos que reventaron tranquilitos en su cama o que hasta ahora tienen la concha de pontificar sobre democracia, como varios viejos coleguitas.