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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El gobierno trata desesperadamente de llenar los tremendos vacíos del discurso presidencial del 28 de julio. Y, de paso, busca que se modifique la percepción que a todos nos quedó: que el presidente ya dijo adiós, y que el Ejecutivo no tiene rumbo para su último año.

A eso han respondido los discursos complementarios y la entrevista del presidente; las declaraciones, por momentos destempladas y hasta algo desubicadas, del primer ministro; y las intervenciones de varios ministros haciendo anuncios que le correspondían al presidente.

Se ataca a los críticos del mensaje, pero los mismos ministros son conscientes de que están tratando de cubrir las falencias del discurso presidencial. A las pruebas nos remitimos: i) el presidente no habló nada de la minería, y han tenido que salir el premier y la ministra del sector a tratar de mostrar que el gobierno sí trata de sacar adelante los proyectos como Tía María; ii) el presidente no dijo nada del sueldo mínimo, y el primer ministro, el ministro de Economía y el de Trabajo han salido a tratar de articular algo, aunque se han corregido entre ellos mismos; iii) en lo que a seguridad se refiere, el ministro del Interior ha buscado acelerar y adelantar las cosas para mostrar algo de esfuerzo, porque el presidente no dejó satisfecho a ningún auditorio; y pueden seguir los temas.

Se ataca a los críticos, pero no se ve la viga en el propio ojo. Y ponemos solo un ejemplo: el del sueldo mínimo. ¿Acaso no han sido los mismos ministros los que han generado las mayores expectativas con respecto a este asunto?, ¿no fue el ministro de Trabajo el que dijo que el presidente diría algo el 28 de julio?, ¿no ha sido el ministro de Economía el que dijo que este tema estaba en evaluación?, ¿y acaso no ha sido el primer ministro el que corrigió a todos? ¿De qué se quejan, entonces, si los vacíos, los errores y las contradicciones los generan ellos mismos?