La encuesta de Ipsos publicada ayer en El Comercio trae algunos datos que no deberían dejar de tomarse en cuenta.
Uno primero es que la aprobación del presidente no deja de caer y, por primera vez en lo que va de su gobierno, ya está por debajo del 50% (48%). Lo mismo sucede con la evaluación que se hace al desempeño en su conjunto, que ahora se ubica en el 46%.
Si el presidente no toma conciencia de que la población espera mucho más de él, y de que esta le reclama definiciones y claridad en sus acciones pensando en el país, podría durante el primer trimestre del próximo año tener una aprobación inferior a su desaprobación.
Quizás sea ese el mensaje que el presidente recibe cuando el 67% de la población le dice que si el Congreso censura al ministro de Educación, deberían dejarlo ir y reemplazarlo por otra persona. La mayoría de la ciudadanía no quiere que se haga cuestión de confianza, y quizás no la quiere porque busca evitar una mayor confrontación que genere una cierta parálisis en el país, cuando lo que se busca es una reactivación económica.
Y no es que la población no valore lo que el ministro ha hecho en su sector –no tendría un 40% de aprobación–, sino que considera que también hay cosas que no hizo o dejó hacer, y por las cuales tiene responsabilidad, y por eso debe dejar el cargo. 52% de la población dice que el ministro de Educación debe ser censurado o debe salir del ministerio.
Quizás la población le esté diciendo al gobierno que, por más bueno que sea un ministro, si no es capaz de darse cuenta de lo que pasa en su sector, o si no es capaz de reaccionar con firmeza y oportunidad, mejor es que se vaya, y que jugárselo todo por un ministro no es lo más indicado.
Esos mismos ciudadanos, sin embargo, le dicen al país que las reformas no deben detenerse (la vigencia de la Sunedu, por ejemplo), que los temas de fondo deben continuar, pero con otra persona.