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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La última CADE permitió conocer los planes y proyecciones de varios ministerios en particular, y la visión del gobierno en general. Esto ha sido bueno y novedoso. No siempre se tiene la posibilidad de apreciar tantas exposiciones de ese nivel al frente, en tan poco tiempo y en un solo lugar.

También ha permitido conocer planteamientos novedosos y posiciones gubernamentales que ayudarían a un mejor rumbo del gobierno en varios sectores. Pero aunque la actitud y la disposición de los ministros ha sido muy positiva, no podemos perder de vista que la CADE es en realidad un ejercicio casi de gabinete, en el que las autoridades muestran su mejor lado y nos dicen qué desean hacer.

Hacer buenos planes en el papel y proyectar sus resultados no es fácil, y requiere de una actitud renovadora y audaz. Pero como siempre se ha dicho, el éxito depende de un 10% de la noción y de un 90% de la acción. Y aquí es donde los gobiernos –y no solo de nuestro país– han encontrado los principales problemas.

En este gobierno hemos visto lo difícil que es que al interior del Ejecutivo se pongan de acuerdo. Peor todavía cuando se ha tratado de involucrar a la bancada oficialista. Y mucho más difícil aun cuando al nivel partidario (¿?) se refiere. Si a nivel del pequeño grupo que hoy gobierna el país las cosas son tan complicadas, bajar al nivel de la administración pública resulta ya una tarea de titanes.

El mayor reto del gobierno entonces no será dar leyes o dictar medidas, sino lograr que todas estas puedan ser aplicadas de manera oportuna y acertada. Y hacerlo con un gobierno políticamente débil, con serias limitaciones en su relación con los otros grupos políticos, y con problemas serios de comunicación.

Por eso, quizás no sea muy responsable hacer o provocar que la confrontación escale tanto en el caso de la interpelación de un ministro, llevándola casi hasta un punto de no retorno que imposibilite un buen gobierno.