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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La posición de Pedro Cateriano –¿es la de todo el Ejecutivo?– ha ayudado a reducir la tensión generada luego de la censura a Ana Jara.

Las conversaciones con los líderes políticos –un ritual que ya no tiene nada de extraordinario– ha permitido una tregua tácita y la sensación de que logrará su voto de confianza hasta con los votos del Apra. Favor que Cateriano les deberá.

Esta coyuntura, positiva en el escenario político -aunque todavía no como para entusiasmarse–, le ha "cortado las uñas" a Cateriano. Después de estas reuniones –sobre todo con Alan García, que "le sacó el jugo" a la oportunidad, neutralizando a su acérrimo enemigo antes de elecciones– y mientras sea primer ministro, Cateriano no podrá atacar ni al Apra ni al fujimorismo. Su antifujimorismo y su antiaprismo han quedado relativizados después de los apretones de manos.

Lo que preocupa es la agenda que el propio presidente del Consejo de Ministros ha planteado. Ha dicho que priorizará el tema económico. ¿Y la inseguridad que vivimos y sufrimos todos diariamente?, ¿y los asesinatos, los asaltos, los robos, las extorsiones, el sicariato y la influencia del narcotráfico? El primer deber del Estado es proteger la vida humana y a sus ciudadanos, y esta creciente inseguridad también afecta las inversiones y ataca a los pequeños inversionistas, al consumo, al turismo. ¿Y las próximas elecciones?

Y otra cosa que confunde es lo del espionaje con Chile. Cateriano –de la línea dura– se enfrentó al entonces canciller Gonzalo Gutiérrez, que planteaba un manejo exclusivamente diplomático.

Humala, apoyado por Cateriano, dio un plazo perentorio a Chile para que apurara su segunda respuesta. Esta ya llegó hace semana y media, y nadie en el gobierno dice nada.

El presidente ha dicho que esto hay que manejarlo diplomáticamente. ¿Gutiérrez tenía razón entonces?, luego, ¿para qué tanta advertencia, tanto reclamo, y tanto apuro?, ¿para quedarse calladitos después?