Martín Vizcarra encuentra su mayor obstáculo en el Congreso, según Alonso Segura. (Foto: GEC)
Martín Vizcarra encuentra su mayor obstáculo en el Congreso, según Alonso Segura. (Foto: GEC)

El escritor irlandés Oscar Wilde dijo: “Cada acierto nos trae un enemigo, hay que ser mediocre para ser popular”. Aquella es una frase que podría identificar al gobierno de Vizcarra a la perfección, puesto que la economía está mal; cada día la inseguridad genera nuevas víctimas y la reconstrucción en el norte está en pañales. Sin embargo, a pesar de todo lo mencionado, Vizcarra mantiene un 42% de aprobación, según Ipsos. Y aquello solo es posible porque tiene al enemigo perfecto.

Desde que el fujimorismo obtuvo la mayoría congresal hace tres años, forjó su pésima reputación haciendo insostenible la administración Kuczynski, censurando ministros, bloqueando proyectos de ley, complotando, supuestamente, con el actual presidente para nombrarlo sucesor de PPK y blindando a personajes nocivos como el fiscal Chávarry y el prófugo congresista Donayre. Todo ello sin importarle en absoluto la opinión pública que pedía reformas drásticas contra la corrupción y siendo aquella voz de protesta a la que Vizcarra apeló cuando planteó las reformas del sistema de justicia y políticas. Y, a pesar de que el actual gobierno es un desastre en materia económica y seguridad ciudadana, el Congreso ha sido tan mediocre y arrogante que, en vez de enfrentar el populismo de Vizcarra y su mal gobierno como cualquier Parlamento decente lo hubiese hecho, se ha encargado de darle todas las excusas posibles para que la población los desprecie cada día más, mientras que a Vizcarra lo llenan de aplausos. Y un cargo que depende de los aplausos de la gente es un riesgo si está ocupado por un populista.

No cabe duda de que la política es un juego que hay que saber jugar. Y, aunque parezca que Vizcarra sabe, simplemente lleva la delantera por tener un oponente que da pena y vergüenza como el actual Congreso.

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