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Emparejamiento o matching
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Imagine usted que desea contraer matrimonio. Queda claro que, aun en estos tiempos de aplicaciones y redes sociales, no basta con presentarse ante la persona elegida y anunciar junto con sus intenciones la fecha de la boda. Antes de eso, usted debe ser aceptado para poder empezar a conocerse y quizá salir en una primera cita. No hay mucho que explicar, es lo normal. Igualmente, imagine usted que desea trabajar en la empresa que más admira; queda igualmente claro que no basta con llegar un lunes temprano y preguntar por sus nuevas responsabilidades. Antes de eso, usted debe postular a alguna vacante y pasar por un proceso para, una vez seleccionado, recién recibir una oferta de trabajo. Lo mismo pasa con los colegios y las universidades. Uno no llega diciendo aquí está el pago de la pensión para preguntar en dónde es la siguiente clase. Usted tiene que postular y ser admitido.
Alvin Roth, de la Universidad de Stanford y premio Nobel de Economía el año 2012, nos explica en su libro Who Gets What que los mercados, como las historias de amor, empiezan con nuestros deseos. Que hay mercados en donde los precios no hacen todo el trabajo y en donde no son lo único a tener en cuenta. Que también hay mercados que requieren cierto emparejamiento o matching, en donde oferta y demanda se encuentran y resuelven utilizando muchas variables adicionales además de los precios. Incluso hay mercados, como el mercado matrimonial o el de riñones para trasplante, en donde muchas veces no hay precios. Una universidad con gran demanda no sube los precios para igualarla con la oferta si es que por esa vía sacrifica la excelencia académica de sus estudiantes. Igualmente, una empresa que tiene un gran grupo de postulantes no baja los salarios que ofrece si lo que le interesa es reclutar el mejor talento.
El mercado de créditos y el mercado de depósitos tienen también un componente importante de emparejamiento, de búsquedas e interacciones bilaterales. Uno no puede ir a cualquier intermediario y exigir un crédito; tiene que solicitarlo y, además de mostrar intención y capacidad de pago, tiene que calzar con la estrategia y el apetito de riesgo del intermediario. No es solamente una cuestión de precios. Del mismo modo, un intermediario no puede exigirle a nadie que contrate un depósito o un crédito, tiene que competir, tiene que contactarlo y hacer su mejor oferta para ser aceptado. No es solamente una cuestión de precios.
Mientras mejor sea la infraestructura, mientras mejores sean nuestra institucionalidad y nuestras reglas de juego, mientras mejores sean las redes de educación, de salud, de seguridad y de justicia, mejor será la competencia, mejores los emparejamientos y mayor la inclusión que lograremos. En este sentido, es muy importante que los esfuerzos legislativos no pierdan nunca de vista que el objetivo fundamental de la institucionalidad y las reglas de juego en el sector financiero es la protección de los ahorros del público y, por eso mismo, la inclusión financiera.
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