Ovejas
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Las votaciones son un dios en nuestro país. Tanto así que creemos que no hay mayor legitimidad que un referéndum en el que la población directamente decide cosas. Son tanto así un dios que estamos dispuestos a obligar a los ciudadanos a votar cada elección, aunque no quieran hacerlo. Tanto así que esperamos que todo peruano esté informado sobre política y, de lo contrario, es un ignorante.

Cada vez que hay elecciones, salen los insultos: ¿cómo va a votar la gente por este? ¿cómo van a votar por el otro? Por eso el Perú está como está, porque los electores son idiotas. Porque no nos queremos informar. Pero yo creo, más bien, que los electores no somos idiotas, sino que estamos bajo un sistema idiota. Un sistema que pretende que absolutamente todo ciudadano en edad de votar sepa sobre política y se informe. No hay mayor estupidez.

Y digo que no hay mayor estupidez porque informarse realmente bien sobre política no solo es saber quiénes participan. No solo es leerse los planes de gobierno. Es tener años de estudios sobre economía, derecho, políticas públicas, entre otros, para poder realmente analizar las propuestas. Es pasar horas de horas viendo si las propuestas son factibles, estudiando el pasado de los candidatos, estudiando los partidos, tarea casi imposible incluso para el más experto.

Y lo triste de todo es que incluso con todo ese análisis, uno no puede estar realmente informado, pues uno no puede saber si realmente la persona va a hacer lo que promete, porque habría que hacer un test psicológico para saber si la persona es propensa a mentir, para saber si hay por ahí un mitómano. Habría que ver si hay intereses subalternos o favores que pagar a algún “hermanito”. En otras palabras, informarse sobre política es costosísimo e imposible al 100%.

Así, por ejemplo, tenemos candidatos a la Alcaldía que proponen medidas para erradicar la criminalidad en Lima cuando las Municipalidades no tienen el poder para aplicar varias de las cosas que prometen. Así, tratan de agarrar de idiotas a quienes no son expertos en derecho municipal o a quienes no son expertos en seguridad ciudadana. Y lo cierto es que no podemos esperar que todos sean expertos en política si no quieren serlo.

El voto obligatorio solo hace que mucha gente que no está dispuesta a meterse en la cochinada de la política, que se gana la vida de formas que consideran más dignas, voten y se “informen”, de sopetón, sobre más de 20 candidatos (por lo menos en Lima) cuyos nombres nunca habían escuchado. Qué fácil, así, engañar a todo un pueblo.

Creo que es hora de dejar de obligar a los peruanos a ir a las urnas cuando no lo desean. Creo que es hora de dejar de endiosar a la política como parte del conocimiento básico de todo ser humano. Nadie debería sentirse mal por no saber de política, la política por sí misma no dignifica, el trabajo honrado, de cualquier tipo, sí. Dejemos de vivir en un sistema idiota que solo favorece a los “vivos”.

Y olvidémonos del floro ese de la legitimidad. Tenemos voto obligatorio y, pues, miren cuánta aprobación tienen hoy los congresistas y cuánta tuvieron nuestros presidentes. Tanto así que PPK tuvo que renunciar. ¿Qué nos garantiza el voto obligatorio? Primero, violar la libertad de los individuos. Segundo, que vayamos todos a votar sin saber, con razón, qué estamos haciendo.

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