En 2005, la comuna terminó beneficiando a Comunicore. (USI)
En 2005, la comuna terminó beneficiando a Comunicore. (USI)

La última encuesta de opinión de Ipsos pinta cuán deprimente es el escenario para los principales candidatos al gobierno metropolitano. Si tomamos en cuenta el margen de error estadístico, los 5 más mencionados están empatados: Reggiardo tiene 9%; Cornejo, Urresti y Belmont tienen 8% cada uno y Lay, 7%. Los demás se pierden en una dispersión semejante aunque en el anonimato. Si tomamos en cuenta que el primer lugar es ocupado por un 35% que no tiene preferencias, y tan lejos de los mencionados, entonces todos están en último lugar. Considerando elecciones anteriores, ya deberíamos vislumbrar las semifinales. Pero hoy reina la incertidumbre.

Lo que también nos dice el sondeo es que los atributos esperados por la gente para el futuro alcalde de Lima son: honesto (45%), con un buen equipo de trabajo (28%), preocupado por los problemas de la ciudad (28%), responsable (26%) y con experiencia (25%). Parece pues que ninguno de los conocidos está respondiendo a este perfil. En realidad, los mencionados, antes que candidatos que entusiasmen, están allí por mera recordación. Son figuras nacionales deslucidas. La oferta electoral para Lima nunca había sido tan misia. Y los que vienen de gestiones exitosas en sus distritos, que podrían ofrecer propuestas interesantes para Lima, todavía son desconocidos para el elector limeño.

¿Por qué la temporada electoral está tan triste? En primer lugar, no es extraño que la gente esté desinteresada después de la absurda crisis política de la que acabamos de salir. Todos los políticos están quemados y estos candidatos conocidos vienen de esa misma fauna. No es casual que el principal atributo demandado sea ético. En segundo lugar, la campaña aún no se ha iniciado. Recién están sucediendo las primarias –o sus remedos– en las organizaciones electorales y todavía algunos candidatos están buscando partidos con inscripción o viceversa. La improvisación campea a poco más de 4 meses para las elecciones. En tercer lugar, al haber hecho invisible su gestión para que no le caigan más críticas, Castañeda (que luce un inapelable 61% de desaprobación) también ha convertido en un fantasma a la Municipalidad Metropolitana. No debería llamar la atención, entonces, que la ciudadanía esté desconectada de los temas municipales a pesar de las incansables demandas para acabar con la inseguridad ciudadana y el caos urbano.

Lo que sí sabemos es que estas elecciones se parecerán a una carrera de 100 metros planos que arrancará cuando termine el Mundial de Fútbol. Serán dos meses rápidos donde el ganador será el menos pensado. Tal vez los más solventes, aún desconocidos, tengan mayor opción ante la insignificancia de los más conocidos. Pero nunca se sabe. Otra vez estaremos frente a una lotería electoral.