Con 43 partidos inscritos y quién sabe cuántos candidatos a la presidencia, la curiosidad nos mata y ya recurrimos a encuestas como la de Ipsos para especular quién podría ser nuestro próximo presidente.
No sorprende ver a la señora Fujimori liderando. Una vez más dividirá al país, pero su participación llevará a miembros de su partido al Congreso.
Le siguen López Aliaga y Carlos Álvarez. El alcalde de Lima, gran populista y con capacidad para promocionarse en medios tradicionales y redes sociales, es capaz de incumplir contratos sin importarle los costos que esto traerá después al país. Difícilmente podrá llevar a cabo alianzas con la empresa privada para construir infraestructura. Su estilo prepotente hace que parezca un Trump made in Perú.
A Carlos Álvarez la propuesta que más le hemos escuchado es la de restaurar la pena de muerte. Algo inútil, pero que responde al pedido de seguridad de la población. No tiene trayectoria política que nos indique cuál será su estilo de gobierno ni cuáles son sus ideas, pero marca distancia de los partidos que hoy se encuentran en el poder. Su mayor reto será gobernar con un Parlamento fragmentado, cuyo manejo será lo más parecido a pastorear gatos.
Muchos otros nombres aparecen con porcentajes tan bajos que no merecen todavía mención, y no debemos olvidar que incluso entre los que hoy están en la categoría de “otros” podría estar el próximo presidente… ¡O ni siquiera haya aparecido allí todavía!
Pero no basta con un buen presidente. El Parlamento y el Poder Judicial han dado muestras de su poder de hacer daño. En el Parlamento tendremos representantes de intereses vinculados al narcotráfico y la minería ilegal. El Poder Judicial es un enigma y, especialmente en los últimos tiempos, nos estamos dando una idea de su poder, empezando con su capacidad de decidir sobre la libertad de los ciudadanos y del rol crucial que tiene en la lucha contra la delincuencia.
Faltando menos de un año estamos lejos de saber lo que vendrá. La cédula de votación mostrada permite cualquier resultado. La cantidad de símbolos es inmanejable. Allí es donde los responsables de cada campaña tendrán el gran reto de diferenciarse.
Las campañas estarán mucho más en las redes sociales y los electores estarán esperando ofrecimientos de seguridad y empleo. Sobre la corrupción: todos la critican, pero se han acostumbrado a convivir con ella pasando por alto que es la gran causa de los problemas de falta de seguridad, pérdida de funcionarios honestos y eficientes, falta de inversión, menos oportunidades de empleo y, por ende, pobreza.
Terminaremos un periodo caracterizado por la incompetencia y la corrupción, salvado por una buena Constitución y un Banco Central de Reserva autónomo y bien manejado. Dos cosas que hay que preservar.