El zar y el defensor
El zar y el defensor

Alexei Navalny ha sido una piedra en el zapato de Putin desde que fue un activista anticorrupción contra el gobierno del neozar ruso hasta convertirse en el principal candidato presidencial de la oposición de Rusia en 2012. Desde entonces, los movimientos de protesta contra el dictador se acrecentaron, a tal punto que para las elecciones de 2016 el comité electoral (manejado por... adivinaron bien: Putin) lo vetó de su derecho a participar en los comicios por supuesta corrupción.

Navalny ha pasado varios periodos en la prisión, lo han amenazado de muerte y lo han acosado constantemente sin lograr que detenga su actividad investigadora de crímenes y violaciones de derechos humanos por parte del Estado putinesco, pero cuando el régimen comenzó a preocuparse del entusiasmo popular que este abogado, bloguero y activista pro DD.HH. comenzó a generar, al crear el partido Rusia del Futuro (que tuvo otros nombres anteriormente), decidió ‘liquidarlo’ políticamente a través de todos los trucos del manual de las neodictaduras: difamación, amedrentamiento y, finalmente, veto electoral.

Navalny no se amilanó ante ningún desafío y hasta hace poco se opuso a las reformas constitucionales de Putin para aferrarse al poder, y el cinco veces ‘reelecto’ dictador de Bielorrusia, Lukashenko, también lo acusó de movilizar gente en su país contra él. El ímpetu de Alexei ha causado que, según su equipo de trabajo, fuese envenenado con una sustancia tóxica en un té que tomó durante un viaje en avión, en el cual perdió la consciencia y ahora se mantiene al borde la muerte. Ya hubo otras víctimas del veneno o disparos de agentes de Putin, entre opositores políticos, exespías y periodistas.

Por cierto, en ruso, Alexei, que viene de la raíz griega Aléxios, significa “defensor”.

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