Hace unos días me encontré un texto anónimo, de esos que a veces caen en las redes y te gustan. Decía algo así: La casa muy lujosa terminó siendo un dolor de cabeza, la ropa de diseñador no valió la pena, las operaciones me dejaron pensando… “Mejor estaba peor”.
Perseguía dopamina, no libertad. Pero entendí que la verdadera riqueza no es el lujo, sino el tiempo, y el no deberle nada a nadie. No gastes año aprendiendo esto a la fuerza. La meta es el tiempo libre, personas que amas y abrir los ojos cada mañana con una sonrisa genuina.
La psicología positiva ayuda mucho a entender este tipo de sabiduría popular que por mucho tiempo no resaltaba por darle demasiado espacio a la psicología clínica. Ojo, soy psicólogo clínico y claramente soy un creyente de que la enfermedad mental hay que tratarla; pero cada día estoy más convencido de que la mejor manera de prevenir la enfermedad es promoviendo el bienestar. Hay que tomar nota de las cosas que nos generan emociones negativas en el día a día, lo que nos sube el cortisol, lo que eleva el estrés; pero, de igual manera, poner el foco en aquello que produce bienestar diariamente. En mi caso, es el deporte, pasar tiempo con personas valiosas, trabajar, intentar ir más lento, tener tiempo todos los días para hacer algo que me guste, como ir al cine, al teatro, escribir, o escuchar música.
Me quedo con esas palabras que leí: “La meta es el tiempo libre, personas que amas, y abrir los ojos cada mañana con una sonrisa genuina, porque no estás esperando al fin de semana, sino que cada día te motiva por esas ‘pequeñas’ cosas que has aprendido a disfrutar”.
