(Fotos: Anthony Niño de Guzmán / @photo.gec)
(Fotos: Anthony Niño de Guzmán / @photo.gec)

Solían decir las abuelas que, para pronunciar el nombre de ciertos patricios de sus tiempos, los hablantines de medio pelo debían lavarse la boca antes. No llegaremos a tales extremos de desprecio civil, pero vaya que dan ganas cuando el señor Manuel Merino tiene el cuajo de compararse con figuras históricas, no solo de Acción Popular, sino de la política peruana, como Fernando Belaunde Terry y Valentín Paniagua Corazao.

Dos honrados estadistas que, a diferencia de él, jamás hubieran aceptado colarse por la puerta falsa hacia el despacho principal de Palacio de Gobierno, solo por coronar desproporcionadas ambiciones personales, tras una serie de intrigas en complicidad con representaciones parlamentarias de los intereses más siniestros de este Congreso, que van desde las universidades (y doctorados) bamba hasta el extremismo antisistema.

Y es justamente para protestar en contra de esta maniobra antidemocrática y ventajera que miles de ciudadanos se vieron obligados a desafiar la pandemia, saliendo, desde ayer, a protestar en Lima y demás capitales regionales del país.

Si en la primera intentona de vacar a Martín Vizcarra, quien hoy luce la faja presidencial no dudó en tocar la puerta de los cuarteles para que las Fuerzas Armadas respaldaran sus sueños palaciegos, hoy le bastó con secundar entusiastamente la segunda moción de vacancia promovida por el antaurismo (UPP). Y está visto que algún idilio venía sosteniendo Merino con esa tienda política, ya que demoró todo lo que pudo –en la Mesa Directiva del Congreso– el inicio de la investigación de dos denuncias contra uno de sus cabecillas, el cuestionado excontralor Edgar Alarcón.

Ya que la situación parece irreversible, la ciudadanía y los medios deben mantenerse alertas en estos días y meses para que el cronograma electoral se cumpla escrupulosamente, para que ni este ilegítimo presidente ni la pandilla de badulaques que fungieron como cómplices suyos en el hemiciclo se queden un día más al frente de los poderes del Estado. Y para que no designen un Tribunal Constitucional a su medida.

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