Martha Chávez anunció su postulación al Congreso por Fuerza Popular. (GEC)
Martha Chávez anunció su postulación al Congreso por Fuerza Popular. (GEC)

No sorprende que Fuerza Popular se trague el sapo y presente candidatos para esta elección convocada por lo que ellos han llamado dictadura castro-chavista. Su complicada situación política y legal los obliga a no soltar ese espacio de poder. Su postulación, sin embargo, revela la crisis interna que los ha empujado a regresar al viejo albertismo y vetar a los principales voceros keikistas, a quienes poco les sirvió inmolarse por el partido y la jefa, que hoy los ven como un problema.

Que este intento de reflote del fujimorismo sea liderado por Martha Chávez es como si Roberto Martínez fuese el rostro fresco de la selección. Este no es un esfuerzo renovador. El objetivo es apelar al núcleo duro noventero que les asegure representación y una bancadita (Olaechea dixit). Una vez allí, intentarán ampliar su base con los que se rumorea están sembrando en otros partidos, como en Solidaridad Nacional y Contigo, aunque esos sí están verdes para pasar la valla.

Entre los más golpeados por el regreso al albertismo está el excongresista Tubino, quien recibió su segundo conazo volador en lo que va del año, esta vez desde su propia tribuna. En ese instante se olvidó de su lealtad partidaria y saltó del barco. Su pataleta por no ser considerado en la lista de candidatos contrasta con sus palabras de unas semanas atrás cuando decía que las “elecciones de 2020 no atraen porque es imposible recuperar lo invertido”. ¿Habrá decidido que los números sí le cuadraban?

Aunque es probable que Fuerza Popular logre colocar una bancada, una consecuencia positiva de su retorno al albertismo es que personas como Tubino, Becerril, Bartra o Beteta, que tanto daño han hecho a la legitimidad del Congreso, ya no tendrían una curul ni ahora ni en 2021. Una de cal y otra de arena.