Entre otras cosas, estos comicios han demostrado que prohibir la reelección fue un error y que separar las elecciones para el Ejecutivo y Legislativo sí funciona.
Eliminar la reelección de congresistas puede haber sido popular, pero eso no lo convierte en un acierto. Afecta la representación política y menoscaba el derecho de la gente a elegir. Como el último domingo, en Perú la tasa de reelección siempre ha sido bajísima. Mientras Alberto de Belaunde ha sido el segundo más votado a nivel nacional y Gino Costa mantendrá su curul, Bartra, Vilcatoma, Cuadros, Mulder, Sheput o Heresi, solo por nombrar a algunos de los que buscaron la reelección, no fueron electos. Los electores supieron premiar y castigar con su voto.
No se necesita una prohibición cuando los electores saben muy bien cómo recompensar a quien mejor los representó. ¿Cómo se explica, si no, que Fuerza Popular pasara de tener 73 congresistas a solo 12, que el Apra quedara fuera, y el ninguneo a Solidaridad Nacional y Contigo?
A la par, que la elección congresal no haya estado acompañada de la presidencial ha ayudado a sincerar nuestra diversidad y complejidad política y a enfocarnos más en los candidatos al Congreso. No recuerdo una elección en la que el uso del voto preferencial haya sido tan extendido y en la que los postulantes hayan estado tan examinados. Esto genera una buena oportunidad para discutir cambios en los ciclos electorales e implementar la renovación parcial del Congreso a mitad del periodo presidencial. Esto permitiría renovar cada dos años y medio el mandato de la mitad de legisladores y permitiría que la composición de las mayorías y minorías se reajuste de acuerdo al sentir popular.
El poder de elegir debe seguir en manos de la gente, que sí sabe usarlo, así muchos no lo sepan entender.