Nuestros aeropuertos están en manos de un Petroperú llamado Corpac. La analogía no es gratuita. Ambas son empresas estatales, ineficientes hasta la médula, operadas por populistas, donde los buenos resultados brillan por su ausencia. Basta con visitar un aeropuerto manejado por Corpac: las terminales en pésimo estado, los baños sin agua, las mangas y máquinas de rayos X se malogran continuamente.
Pero el desmanejo del Estado golpea tanto a los aeropuertos no concesionados como a los concesionados, porque Corpac es responsable de los radares, los equipos de aproximación, las luces en las pistas, el mantenimiento de pistas, etcétera. ¿El apagón en la pista del Jorge Chávez hace unos meses? Fue Corpac.
El fin de semana pasado volvió a suceder, esta vez en el aeropuerto de Tarapoto. No sorprende, pues el dinero que Corpac invierte en los aeropuertos es menos de 10% de lo que se requiere. Es como tener un carro y solo hacerle 1/10 del mantenimiento. Tal cual ocurre con los aeropuertos. Las luces en Tarapoto tienen casi 30 años, ya excedieron largamente su vida útil. Un avión que estaba en tránsito tuvo que dar media vuelta y regresar a Lima. ¿Qué hubiera pasado si estuviera a punto de aterrizar? ¿Y cómo estarán las luces en los otros aeropuertos? Las pistas de aterrizaje también son un tema álgido.
El aeropuerto de Jaén lleva cerrado más de un año por el mal estado de su pista. En Jauja, en el aeropuerto más importante de la sierra central, la capa asfáltica está llena de huecos, que se parchan, pero se vuelven a hundir, así que lo clausuran y reabren continuamente. En el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez la actual pista lleva décadas sin un mantenimiento apropiado. Otro aspecto que muchos ignoran es que tenemos un déficit importante de radares, que nos deja varios puntos ciegos en el espacio aéreo. ¡Increíble pero cierto! Y la cereza del pastel: tenemos déficit de personal técnico para operar los equipos. En Corpac, un grupo enquistado decide, a cuentagotas, quiénes se capacitan. Les conviene que sean pocos; así es más fácil atornillarse.
Como están las cosas, la situación solo va a empeorar. El número de vuelos irá en aumento, lo que exigirá aún más a un sistema que ya viene haciendo agua. Mientras se mantenga el statu quo, las fallas y el riesgo de accidentes serán cada vez mayores. Corpac ha demostrado con creces que no tiene la capacidad. Si queremos más turismo, el tráfico aéreo no puede seguir en manos de un Petroperú. Corpac necesita convertirse en empresa público-privada. Es demasiado lo que está en juego.