La expresión del congresista Diethell Columbus, el viernes por la noche, lo decía todo. El Congreso había aprobado el polémico proyecto de ley que habilita el retiro del 25% de los fondos en las AFP hasta un tope de tres UIT. Se habían salido con la suya y los parlamentarios le sacaban la lengua al presidente Martín Vizcarra. Jojolete.

Con la honrosa excepción de la mayoría de la bancada del Partido Morado que ha mostrado inteligencia política. Porque competir en estas circunstancias con el Ejecutivo es una torpeza mayúscula. Una negligencia. Una irresponsabilidad que tarde o temprano nos va a pasar la factura.

Podríamos ocupar por completo las páginas de este diario con firmas de economistas y especialistas que han advertido de los peligros del populismo, especialmente en materia económica. Al Congreso no le entran balas. Al diablo los bonos del Tesoro y el plan de recuperación en que quema sus pestañas la ministra de Economía y su equipo.

Al menos Rosa Bartra era más sofisticada e invitaba constitucionalistas y expertos para discutir la reforma política. Estos no.

Como dijo Rosa María Palacios en una entrevista con canal N: “Los congresistas quieren existir”.

Agregaría que en medio de una crisis sin precedentes, cuando las cifras de contagiados y fallecidos a causa del COVID-19 se incrementa con el paso de las horas, ellos solo piensan en construir candidaturas. Su objetivo es abril de 2021, al precio que cueste.

César Acuña y Daniel Urresti no ven la curva de la epidemia porque solo tienen ojos para la segunda vuelta. No hablemos de UPP o el triste espectáculo que ha ofrecido Acción Popular. ¿Aló señor Raúl Diez Canseco? ¿Alfredo Barnechea?

Las críticas constructivas siempre son bien recibidas, el sabotaje no. Y eso, ilustres padres de la Patria, es lo que están haciendo.