(Foto: Cesar Bueno / GEC)
(Foto: Cesar Bueno / GEC)

Las solas versiones de algunos aspirantes a colaboradores de la Fiscalía fueron consideradas válidas y decisivas por los congresistas para justificar la condena política y vacancia del presidente Vizcarra. A pesar de que las mismas versiones no habían podido ser corroboradas como ciertas ante los propios fiscales. Así, la arbitrariedad ganó, como también la ausencia de legitimidad. Para la mayoría, la vacancia ha sido un verdadero golpe encubierto.

- Como se esperaba, las repercusiones han sido muchas y malas. En una grave crisis con la amenaza del rebrote de la pandemia, los problemas propios de la reactivación económica y falta de empleo, la vacancia cayó como un baldazo de agua fría en el invierno. Primero, el desconcierto por lo inesperado generó sorpresa y confusión, pero, pasadas las horas, apareció el rechazo y la indignación, lo que explica la actual gran protesta nacional también justificada por el cardenal Pedro Barreto.

- Los países de la región han guardado silencio, esperando la resolución de la crisis generada por la vacancia y el devenir del nuevo gobierno transitorio del presidente del Congreso, señor Merino. Gobierno que a marcha forzada juramentó a su primer ministro en una soledad impresionante. Después, hizo lo mismo con el gabinete en el patio de Palacio de Gobierno, ante una escasa concurrencia y muchas sillas vacías.

- Además, la OEA, presidida por Luis Almagro, pide un pronunciamiento del Tribunal Constitucional para que disipe las dudas de la legalidad y legitimidad de la vacancia del presidente Vizcarra. La imagen internacional de la crisis política en el Perú, contaminada por la corrupción y una clase política rechazada por la población –más en los jóvenes–, será dura de superar.