"El mundo al que nos hemos acostumbrado a vivir no es sostenible y, en muchos aspectos, el daño causado es irreversible", advierte la columnista. (Foto: Getty)
"El mundo al que nos hemos acostumbrado a vivir no es sostenible y, en muchos aspectos, el daño causado es irreversible", advierte la columnista. (Foto: Getty)

Susy vive en una zona rural de Urubamba y, cuando va al río Vilcanota o Urubamba, ve pasar cientos de residuos plásticos: botellas, pelotas, bolsas, etc. Le molesta y quiere hacer cambios. Por eso busca impulsar programas ambientales en los que involucra a los niños a los que apoyan desde la Fundación donde trabaja. Joaquín vive en Ollantaytambo y se ha dedicado en esta pandemia a reforestar los cerros pues su vegetación fue quemada por incendios forestales; además, está preocupado por algunos programas de reforestación oficiales que, en lugar de sembrar plantas endémicas, lo que hacen es reemplazarlas por especies foráneas como pino o el eucalipto que mata la tierra chupando sus nutrientes.

Aima también vive en Ollantaytambo y lidera una escuela local para brindar aprendizaje vivo y local a los niños de la zona, buscando así impactar en ellos para que sean ciudadanos más conscientes y responsables. Beatriz vive en Lima y desde su Instagram nos cuenta cómo hacer para vivir una vida más sostenible y enseña a otros profesores como ella a educar para la sostenibilidad. A la vez, sus alumnos tienen el privilegio de tenerla como guía para ser más responsables ambientalmente. Elisa vive en Chiclayo y promueve una organización para empoderar e identificar el talento en personas de escasos recursos y ofrecerles oportunidades; ahora quieren recuperar los barrios para lograr entornos más saludables.

A pesar de los esfuerzos individuales de muchas personas en el mundo como Susy, Joaquín, Aima, Bea y Elisa, lo que hacen no es suficiente. Se necesitan acciones serias y a gran escala para, realmente, dejar de amenazar nuestro planeta. No, no es suficiente con que recicles, pues es más importante que dejes de consumir innecesariamente. El mundo al que nos hemos acostumbrado a vivir no es sostenible y, en muchos aspectos, el daño causado es irreversible. Este año, el Perú se comprometió a revalorar el árbol de la quina, nuestro árbol nacional que hace parte del escudo. Sin embargo, a pesar de que nos enseñan este símbolo en el colegio, son pocos los peruanos que han podido ver uno.

Entonces, seguro te preguntas esto: ¿qué hacemos? Quizá, además de cambiar nuestros patrones de vida radicalmente, puedes empezar donando a Fundación Niños del Arcoíris, Valle Sagrado Verde, Kuska School o Nic Maish. Proyectos a los que puedes encontrar en redes sociales. Escríbeles, estoy segura de que cuando sepas más de lo que hacen, querrás sumarte a ayudarlos. Ojalá algún día sí podamos celebrar el Día de la Tierra no como una advertencia del desastre que estamos dejando, sino como un recordatorio del daño que le hicimos y que no debió ocurrir. Y que no debe seguir ocurriendo. Ojalá.